El pasado 12 de octubre se cumplieron 84 años del nacimiento del tenor italiano Luciano Pavarotti. Esta efeméride, recordada por todo el medio operístico, da ocasión para hacer un breve comentario sobre el documental Pavarotti (Ron Howard, 2019) de fugaz aparición en México el pasado mes de septiembre. Este material permite tanto a los fans como a quienes se acercan por primera vez a la figura del tenor, obtener una imagen del hombre y del artista a través de un recorrido de casi dos horas por lo hechos que marcaron su vida y su carrera.
El documental presenta algunos aspectos anecdóticos de la carrera del cantante, como por ejemplo su visita al impresionante Teatro de Ópera del Amazonas en Manaos, Brasil, el cual se encontraba cerrado cuando el tenor vacacionaba en la Amazonia y pidió que se abriera para que él pudiera vocalizar. Estas escenas, además de ser memorables, dan un retrato intimo de la sensibilidad del cantante con su entorno.
La película se encuentra plagado de materiales como el anterior, muchos de ellos provenientes del archivo familiar y de la Casa Muse Luciano Pavarotti; sin embargo, como son desconocidos por el gran público, permiten entender su personalidad, su acenso vertiginoso en el mundo operístico, así como las causas altruistas y artísticas que alentó. Al ser un documental sobre un cantante, quizá uno de los errores haya sido mantener durante mucho en tiempo en pantalla las imágenes de sus actuaciones en los diversos roles operísticos que encarnó, sin que mediara el contexto y la importancia de esas óperas en su carrera.
Lo anterior, sin duda, sirve para acercar este hermoso género al público, aunque da por hecho que todas y todos los espectadores conocen los argumentos y fragmentos de las óperas presentadas. Asimismo, el documental por su narrativa y por los momentos de la vida del cantante que presenta, pareciera ser una biografía oficial de Luciano Pavarotti y no se atreve a ser una retrospectiva de un artista que dejó una huella imborrable en el género operístico y que muchos consideran el mejor tenor del siglo XX.
Quizá estos dos puntos sean lo más criticable del documental, ya que por lo demás, es un material que contribuye a acrecentar la leyenda y el mito del cantante con el recuerdo de su impresionante actuación en 1972 en la Ópera Metropolitana de Nueva York —en la obra de Gaetano Donizetti “La hija del regimiento”, cuando cantó nueve Do agudos—, o cuando se presentó junto a los tenores José Carreras y Plácido Domingo en Roma, en 1990, en un recital visto por 1500 millones de espectadores en todo el mundo. De esta manera, el documental Pavarotti de Ron Howard se une a otros materiales ricos en detalles del hombre y el artista como Pavarotti: the last tenor (Francis Hanly, 2004) o Pavarotti and the Italian Tenor (Joshua Waletzky,1992).