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Recomendación
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ZODIAC

Año: 2007

Dirección: David Fincher

Guión: James Vanderbilt

            Basado en Zodiac de Robert Graysmith 

Fotografía: Harris Savides

Elenco: Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr., Mark Ruffalo, Anthony Edwards, Brian Cox, John Carrol Lynch, Chloe Sevigny, Elias Koteas, Dermot Mulroney, Donald Logue, Phillip Baker Hall, Clea Duvall y Jimmi Simpson..

​Música: David Shire

18 de junio de 2019

En el año 2007 David Fincher estrenó Zodiac, y aunque desde el principio destacó como una película sólida, la realidad es que mantuvo un bajo perfil por mucho tiempo. No fue una contendiente en la temporada de premios de Hollywood de aquel año —en la que sí estuvieron otras joyas como There will be blood (Paul Thomas Anderson) y No Country for Old Men (Ethan & Joel Cohen)—, ni tampoco fue un éxito masivo en la taquilla. Todo esto a pesar de haber sido seleccionada para la competencia oficial del Festival de Cannes. Sin embargo, con el pasar de los años, el filme de Fincher ha ganado mayor reconocimiento y, a más de una década de su estreno, son muchos los cineastas, críticos y cinéfilos que reconocen a Zodiac como una obra mayúscula del arte cinematográfico del siglo XXI. Tan solo hace dos años, en el décimo aniversario de la película, el cineasta Guillermo del Toro —cuya opinión es significativa dentro de la élite cinematográfica— dijo que Zodiac era la mejor película de Fincher y destacó su magistral habilidad para elevarla por encima de sus elementos formales, construyendo un “todo simbólico”que tiene la capacidad de sumergir al espectador en un trance hipnótico.

En cuanto leí la opinión del director tapatío no pude sino sentirme completamente identificado, porque Zodiac ha sido para mí uno de esos filmes imprescindibles y al día de hoy, cada vez que la veo, sigo sintiendo la cualidad magnética y embriagante del talento de Fincher referida por Del Toro. Lo que me gusta de su opinión —que uno puede leer completa en su cuenta de Twitter— es que transmite una verdadera admiración cinéfila y antepone la mística de la película, cualidad que según él es muy difícil de encontrar, a los elementos individuales que la conforman. Esta mística o sensación de totalidad y de inmersión que puede generar un filme, es una de las experiencias más gratificantes que un espectador de cine puede tener.

Quizás habría que empezar diciendo que si uno revisa la filmografía del director oriundo de Denver notará que está conformada en buena parte por thrillers de una calidad extraordinaria, como The Game (1997), Fight Club (1999), Panic Room (2001) y su monumental obra maestra Seven (1995), película que, junto a la magnífica The Silence of the Lambs (Jonathan Demme, 1991), revolucionó al cine sobre asesinos seriales —creando todo un subgénero dentro del neo noir, que posteriormente fue imitado por todo el mundo. Precisamente en Seven, así como ocurre en Zodiac, Fincher eleva un guion, que en manos de otro director quizá se hubiera convertido en una película de suspenso unidimensional, en una elaborada obra de arte que busca reflexionar sobre temas profundos como la condición humana, la propensión a la maldad, el papel de la justicia en un mundo sórdido, entre muchos otros;  además, está envuelta en una atmósfera decadente que dialoga directamente con la lograda por Ridley Scott en Blade Runner (1982) y que se establece como un pilar narrativo sustancial para la historia.

Creo que hacer referencia a Seven es importante, pues en el año 2007, cuando se estrenó Zodiac, una buena parte del público esperaba ver una especie de repetición de aquel portento protagonizado por Morgan Freeman y Brad Pitt; precisamente porque ambas tocan el tema de los asesinos seriales. Sin embargo Fincher, sabedor de que uno no puede hacer exactamente el mismo truco dos veces, construyó a Zodiac lo más alejada posible de Seven y se permitió explorar otras facetas del mal y de la condición humana; por eso, podemos notar que Zodiac es profundamente contrastante con la estética de que se plantea en Seven, quizá porque en la película de 1995 era necesario imbuir al público de un desasosiego proveniente de una realidad enrarecida: un espacio físico que nos sugiriera que aquello se mostraba en pantalla no era real, sino un desquiciante círculo del infierno —incluso los créditos finales que corren al revés contribuyen a la sensación de que estamos en una versión retorcida del mundo. Acaso la gran revelación de Seven, que se deja entrever en las últimas líneas del personaje de Morgan Freeman, es que aquel horror sí era el mundo real y que aun así había que pelear por él.  

 

En Zodiac, la puesta en escena es completamente distinta; se busca crear un efecto de cotidianidad, de normalidad, que poco a poco va deviniéndose una realidad malsana por la aparición del asesino del zodiaco. Su presencia en el filme es más bien insinuada o bien oculta entre sombras y en una especie de disfraz extrañamente ridículo pero aterrador. Esta representación se enfatiza con la música de un genial David Shire, quien compuso este soundtrack basándose en la enigmática obra clásica del compositor Charles Ives (The Unanswered Question), que aumenta la sensación de desesperación: el espectador sabe que la narración pausada e hipnótica va a verse trastocada por la violencia irracional y cruel del zodiaco. Así, Fincher va construyendo una película asfixiante, apoyándose en un uso maestro del lenguaje cinematográfico que privilegia el uso de primeros planos; como en la secuencia en la que los inspectores interrogan al sospechoso Arthur Lee Allen: mantiene una tensión casi insoportable y coloca poco a poco a la audiencia en un lugar oscuro del cual es difícil salir, incluso mucho tiempo después de haber visto la película. El estilo recuerda a otras joyas del cine, tanto por sus elementos formales como por la sensación opresiva que producen, como JFK (Oliver Stone, 1991), All the President’s Men (Alan J. Pakula, 1976) e incluso Alien (Ridley Scott, 1979).

 

También hay que destacar que esta película narra los esfuerzos —infructuosos todos— de distintos personajes a lo largo de casi tres décadas para atrapar al zodiaco. Tenemos a dos parejas de investigadores que verán sus vidas afectadas por la frustración de no poder develar la verdadera identidad del famoso asesino. Está, en primera instancia, la pareja formada por Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal) y Paul Avery (Robert Downey Jr.), quienes trabajan en el San Francisco Chronicle, el primero como caricaturista y el segundo como periodista. Ambos se ven inmiscuidos en el caso cuando los principales periódicos de California reciben correspondencia del zodiaco. En dichas misivas, el asesino se burla de las autoridades, amenaza con matar a nuevas víctimas y manda códigos aparentemente militares en los cuales encripta mensajes ocultos. Graysmith demuestra una habilidad innata para descifrar algunos de los códigos y Avery encuentra en él un aliado para sus reportajes sobre el zodiaco. Después, tenemos la mancuerna compuesta por Dave Toschi (Mark Ruffalo) y Bill Armstrong (Anthony Edwards), los inspectores de la policía de San Francisco que se encargaron de las diligencias coordinando agentes de todo el estado. 

Las pesquisas de estos cuatro personajes sostienen los primeras dos actos de la película y hacia final —cuando Avery y Armstrong abandonan la investigación— son Toschi y Graysmith quienes asumen el protagonismo en un desenlace, no estoy revelando nada, tan agridulce como el de Seven. Precisamente, los personajes de Graysmith y Toschi encarnan perfectamente el arquetipo del detective —uno aficionado, el otro agente de la ley— obsesionado con descifrar un misterio afectando su vida de maneras negativas. De esta manera, el tema central de Zodiac no es el asesino o los asesinatos, sino la obsesión como uno de los principales alicientes del espíritu humano. Entonces, lo que Fincher nos presenta, a través de sus dos protagonistas, es fascinante; no porque nos muestre una apasionante resolución de del caso, sino porque se regodea en una idea obsesiva que ha perseguido a la especie humana desde hace mucho tiempo. Se trata de la necesidad de explicar algo tan terrorífico como irracional: la violencia y la brutalidad de un asesino en serie. En ese sentido, me parece que filmes como Zodiac, Seven y The Silence of the Lambs, han ayudado a construir la imagen del asesino serial como una abstracción de la violencia irracional, una que seguimos sin poder explicar; por eso, la violencia es en parte tan aterradora, porque no parece tener un sentido.

Una mención especial merecen todos los actores involucrados en esta película. Desde los cuatro protagonistas: Gyllenhaal, Ruffalo, Edwards y Downey Jr., hasta una constelación de secundarios realmente impresionante: Brian Cox, John Carrol Lynch, Chloe Sevigny, Elias Koteas, Dermot Mulroney, Donald Logue, Phillip Baker Hall, Clea Duvall, Jimmi Simpson, entre otros. Todos excelentes. 

El mote de "obra maestra" se usa muy irresponsablemente y generalmente suele ser el tiempo quien corona a las verdaderas obras magnas. Pasó con Seven, considerada la primera obra maestra de Fincher, y que esté ocurriendo con Zodiac a doce años de su estreno me parece fantástico. No solamente se trata de su estupenda manufactura, el pulso narrativo de su director, la fotografía fría y elegante, las excelentes actuaciones, la edición y la música, sino de esa cualidad intangible de la que hablábamos al principio que poseen muy pocas películas y que las hacen trascender como obras de arte. Zodiac posee esa extraña cualidad hipnótica, reveladora, atrapante, inquietante y profundamente adictiva. Es toda una obsesión.

El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.

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