Reseña
Todo en todas partes
al mismo tiempo
por Luis Fernando Rosas Ramírez
14 de febrero de 2023
A Sara, Pablo, Laura, Ulises e Itzel.
“¿Crees que ésta es la mejor versión de ti mismo en todos los universos posibles?” Con esta pregunta me descolocó un día mi amigo Pablo Andrade ¡Vaya pregunta para ser miércoles! La primera respuesta que me vino a la mente fue: “espero que no sea la mejor”, con la esperanza de que por ahí, en un universo paralelo, exista otro yo más exitoso, famoso, rico y en la absoluta plenitud. Al mismo tiempo, no me dejaba en paz el mosqueo de pensar que, en una de esas, esta vida que tengo sea la versión más mediocre de mí mismo en todos y cada uno de los universos existentes.
Con ese planteamiento arranca Todo en todas partes al mismo tiempo (Dan Kwan & Daniel Scheinert, 2022). Evelyn Wang (Michelle Yeoh), una mujer sinoestadunidense con una hija adolescente y dueña de una lavandería, vive una vida de clase media, sin lujos, en un matrimonio sin mucho chiste, atrapado en la rutina y que tiene como contraparte a Waymond Wang (Ke Huy Quan), un pecho frío que quiere el divorcio. Evelyn tiene que lidiar con la carga del hogar, la crianza de su hija y el pago de las deudas que la han llevado a tener un problema serio con la oficina de impuestos. Si a todo eso le sumamos un padre ultraconservador que la reprime constantemente tenemos la receta perfecta para la depresión. Evelyn no vive, sobrevive.
En medio de esta vorágine de mediocridad, Evelyn se entera de que el multiverso es real y confirma que ella, efectivamente, es la versión más fracasada de sí misma y , por tanto, —por razones tan aleatorias como que así funciona el "multiverso"— es la mejor opción para detener la amenaza que se ciñe sobre éste. Para redondear la disparatada situación, dicha amenaza es provocada por una de las versiones de otro universo de su propia hija, que ha acumulado una serie de poderes con los que pretende destruir la existencia del mundo tal como lo conocemos. El fin de de todo, en todas partes, al mismo tiempo.
No es casualidad que la amenaza del multiverso sea su propia hija Joy Wang (Stephanie Hsu), porque el filme ocupa esta relación madre-hija como metáfora de la complejidad de las relaciones humanas. Aunque Evelyn usa al amor como herramienta para acercarse a su hija, Joy nos recuerda que no solo se necesita ser amado sino comprendido. No es fácil la relación con nuestras madres: la brecha generacional, la necesidad de aceptación mientras buscamos nuestra propia identidad (Joy busca que su madre acepte su orientación sexual) y esa conexión a veces es tan difícil —a pesar del amor— que puede poner poner en riesgo nuestra propia existencia. Una paradoja tan compleja como lo es la relación entre madres e hijas, como lo es el universo mismo.
Lo mejor de esta película es que me hizo sentir que yo era el centro de mi propio multiverso, no solo por la introspección que generó en mí pensar en diferentes elementos en la vida que te pueden hacer sentir mediocre o pleno, como la familia, la noción de éxito, el existencialismo, sino también porque me hizo plantearme otra pregunta inquietante: ¿qué tal que soy la mejor versión de mí? Esto supondría que la cúspide de mi existencia multiversal soy yo mismo, el Luis Fernando de aquí y ahora, el que escribe estas líneas, y de aquí para abajo. Deprimente y preocupante, por decir lo menos.
Sin embargo, "Los Daniels" —como se conoce a Kwan y Schneiter, magníficos directores de esta cinta— me llevaron a otra respuesta más reconfortante a través del personaje de Evelyn, quien a pesar de su circunstancia —o todas sus circunstancias— utiliza el amor como un arma para triunfar, a la familia como sostén y motivo para salir adelante y, poca cosa, salvar el universo. Poco a poco, y al explorar todas las versiones de sí misma, se da cuenta de que la felicidad no reside en ser ese otro, mejor, más rico, más famoso y exitoso. Por ejemplo, en otro universo en el cual es una estrella de cine (y no se casó con su marido pecho frío) descubre que no es ni tan feliz ni tan plena como hubiera creído y que aún en su realidad mundana, con una lavandería ahogada en deudas, tiene más incentivos para seguir luchando por su felicidad.
Respondo la pregunta de mi amigo Pablo: no sé si soy la mejor versión de mí mismo, sólo sé que con estos amigos, con esta familia, e incluso con los personajes oscuros y pequeñitos que a veces nos joden la vida, soy una buena versión de mí en cualquier universo. Ojalá que Todo en todas partes al mismo tiempo se lleve muchos Óscares, y de no ser así, seguro que en algún otro universo se lleva los once a los que está nominada.
El autor es profesor de derecho y defiende derechos humanos como funcionario público.