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TELEVISIÓN
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Dos burócratas se dirigen a un pequeño poblado en Oregon para investigar una serie de asesinatos. Ambos visten de traje y hablan poco. Fox Mulder (David Duchovny), sicólogo y agente especial de la Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos (FBI), conduce y come semillas de girasol que arroja por la ventana. Danna Scully (Gillian Anderson), médica y también oficial, observa con escepticismo y curiosidad el boscoso paisaje. De un instante a otro el radio pierde frecuencia y se escucha interferencia. Mulder frena y sale del coche. Abre la cajuela, saca un aerosol color rojo y pinta una X sobre el pavimento. 

Scully conoce a Mulder en el sótano de las oficinas centrales del FBI, en un pequeño cuarto desordenado con lápices clavados en el techo. Pegado a una de las paredes de la diminuta oficina hay un poster con un platillo volador con la frase "I Want to Believe". Así, asignada inicialmente para desprestigiar a los Expedientes, Scully se convierte pronto en su amiga y confidente. Con su ayuda, Mulder descubre una conspiración dirigida por altos funcionarios en el gobierno organizados en el Sindicato —una agrupación, de la cual fueron miembros su padre, Bill Mulder (Peter Donat), y el misterioso Fumador-C.G.B. Spender (William B. Davis), que intenta evitar una posible colonización extraterrestre con una vacuna contra el “petróleo negro” (un virus trasmitido por la sangre alienígena).

Los Expedientes Secretos X (The X Files) fue un programa transmitido por el canal Fox durante nueve temporadas de 1993 a 2002 —también se grabaron dos películas en 1998, Fight the Future, continuación del final de la quinta temporada, y en 2008, I Want to Believe. Recientemente se estrenó una décima (2016) y una décimo primera temporada (2018), a todas luces esfuerzos venidos a menos. Sin embargo, en la primera transmisión fue notoria la habilidad de los escritores y directores —entre ellos Vince Gilligan, creador de Breaking Bad (2008-2013) y Better Call Saul (2015-presente)— para contar historias. El programa no se limitaba al suspenso. También estaban los episodios de terror, drama, fantasía o comedia; es decir, aquellos que no formaban parte de lo que los aficionados conocen como "mitología" sobre extraterrestres. En general, los capítulos trataban sobre fenómenos paranormales, monstruos o cosas inexplicables. Incluso, algunos hacen homenaje a clásicos como Alfred Hitchcock Presents (1955-1965), The Twilight Zone (1959-1964) y Kolchak: The Night Stalker (1974-1975). 

The X Files 5
The X files

Año: 1993-2002, 2016, 2018

 

Creador: Chris Carter

Música: Jim Lang

Elenco: David Duchovny, Gillian Anderson, Mitch Pileggi y William B. Davis. 

Transmisión inicial: Fox

28 de diciembre de 2018

por Jorge Zendejas

En "Rain King" (temporada 6, episodio 8), por ejemplo, Scully y Mulder visitan un pequeño pueblo que sufre de sequía. El aguacil denuncia a un hombre que lucra con el control de la lluvia. El misterio se resuelve: no era él, sino el hombre que pronostica el clima. Enamorado de una vieja compañera de secundaria, es incapaz de controlar sus románticos cambios de ánimo que provocan lluvia cuando se enoja y nieve cuando está triste. En "The Post-Modern Prometheus" (temporada 5, episodio 5) un lente en blanco y negro, al estilo film noir, sigue a Mulder y Scully en una investigación que revive la historia de Frankenstein para transformarse después en una comedia con referencias al mundo de los comics y hasta un concierto de Cher.

La química entre los dos personajes principales es una de las fortalezas de The X Files. Mulder y Scully mantienen una distancia que la relación laboral dicta —se hablan en tercera persona y utilizan sus apellidos—; y permite tensión sexual en casi en todas las temporadas del programa. Los contrastes de creencias y escepticismo también resultan interesantes: si bien Scully no cree en vida en otros planetas, es una devota católica; mientas que Mulder cree religiosamente en los extraterrestres, pero se mantiene ateo. Sin embargo, los protagonistas no son los únicos personajes dignos de mención. 

Walter Skinner (Mitch Pileggi), director adjunto del FBI y supervisor directo de ambos, equilibra las responsabilidades de su puesto con su deseo de tomar en serio el trabajo de sus subordinados, a quienes aprecia más allá de una relación meramente laboral. También merecen una mención aparte “Los Pistoleros Solitarios”: Melvin Frohike, John Fitzgerald Byers y Richard Langly (Tom Braidwood, Bruce Harwood y Dean Haglund). Se trata de los amigos "nerds" que dirigen una revista sobre conspiraciones gubernamentales.

También están los informantes. "X" es un pistolero contratado por un enemigo misterioso; Marita Covarrubias es una funcionaria de la ONU con intenciones oscuras, y el traidor y odiado Alex Krycek (Nicholas Lea) es un agente del FBI de reciente ingreso con una agenda oculta bajo el brazo. Aunque quizá el más memorable de ellos el mentor de Mulder: Garganta Profunda o Deep Throat (Gerry Hardin) —en referencia al informante del escándalo del Watergate que tiró al presidente Nixon. Y no se puede olvidar el emblemático Fumador, el antagonista de la serie, un hombre con una vida triste y misteriosa, que incluye su participación en el homicidio de un presidente estadunidense en los sesenta y una frustrada carrera literaria, relatados con maestría en "Musings of a Cigarette Smoking Man" (temporada 4, episodio 7). 

A partir de la octava temporada la serie se desgastó. La relación entre Mulder y Scully pasó a segundo plano y tanto las historias de la mitología como del "monstruo de la semana" dejaron de ser interesantes. Muchos se preguntan por qué Chris Carter no acabó la serie antes. La mesa estaba puesta para el desenlace en la séptima temporada. Mulder había resuelto el misterio de su hermana —la desaparición de Samantha, por cierto, se trata de forma magistral en "Paper Hearts" (temporada 4, episodio 7) y "Clousure" (temporada 7, episodio 11)— y tanto Scully como él regresaron a Oregon, escenario del primer episodio.

 

En todo caso, The X Files muestra la búsqueda apasionada por la verdad, sea ésta sobre la religión, dios, la muerte o el amor. Si el lector tiene tiempo, y le otorga una oportunidad, encontrará una serie entretenida, bien actuada y con historias bien contadas, al menos hasta la séptima temporada. Olvidé decir que ofrece uno de los retratos más interesantes de un funcionario público estadunidense. Los protagonistas alejados de los altos sueldos de la burocracia, ocupan escalafones a la mitad (o más abajo) del organigrama, y, por consiguiente, visten como tal y viven como tal: restringidos por las limitaciones económicas y políticas inherentes a sus posiciones. Los trajes de Mulder y su departamento desordenado —donde duerme en el sillón de la sala, porque el cuarto principal lo ocupan cajas llenas de archivos—, las hombreras del saco de Scully, los alquileres de coches, las estancias en moteles baratos a lo largo de Estados Unidos, así como los reclamos posteriores por los viáticos gastados no han perdido su encanto noventero.

En el primer episodio de la serie, aún en Oregon y empapados por la lluvia, los dos agentes discuten las conclusiones a las que han llegado. Mulder con cara llena de emoción revela a Scully su corazonada sobre el responsable de los homicidios. El asesino es un joven en estado de coma persistente y recluido en un hospital psiquiátrico. El perfil, considera Mulder, encaja completamente con los casos de secuestro extraterrestre. Sorprendida por las conclusiones de su compañero, Scully no puede evitar reír. De regreso a la oficina, trabaja en un informe sobre el caso y se percata de la dificultad de escribir apenas un par de líneas, pues la base científica es casi inexistente. La única prueba de su presencia en aquel lugar y sobre la vida alienígena será guardada en una caja dentro de una gigantesca bodega por un hombre misterioso con cigarro Morley en mano. 

En "Requiem" —final de la séptima temporada— un funcionario del gobierno, que realiza una auditoría, pregunta a Scully cómo justifican el ejercicio del gasto para su área si la mayoría de las veces los casos no se resuelven. Mucho de los que hacemos no se puede medir en esos términos, sugiere Scully, porque con los Expedientes X se abren puertas que llevan a otras. Y con esta pequeña reflexión, invito al lector a abrir esas puertas.

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