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Ensayo
Prometeo
y los orígenes de alien
por Pablo Andrade

9 de mayo de 2017

Prometheus (2012) representó la segunda incursión de Ridley Scott en el universo Alien desde que él mismo filmara la cinta que inició la saga hace treinta y tres años.

 

El filme, ambientado a finales del siglo XXI, sigue la historia de un grupo de científicos que ha realizado un importante hallazgo arqueológico, el cual podría detallar los orígenes de la humanidad. Su búsqueda los llevará a explorar un planeta alienígena —a bordo de una nave llamada "Prometeo"— en el cual encontrarán no sólo el secreto de nuestro origen, sino también de nuestro final.

Heme aquí: moldeo hombres
a mi imagen,
una estirpe que se me parezca,
que sufra, llore,
disfrute y se alboroce,
y que a ti no te respete,
como yo.

Fragmento del poema "Prometeo" (1772-1774) de Johann Wolfgang Von Goethe 

La cinta  es una precuela del filme clásico Alien y aunque en taquilla funcionó bien, en general la película fue muy criticada por poseer un guión endeble que caía en los clichés de las películas de monstruos y que, además, dejaba demasiados cabos sueltos.

 

Si bien es cierto que Prometheus adolece de un guión que a tramos peca de resultón; la realidad es que la cinta de Scott fue la primera en llevar a la saga hacia temas mucho más profundos que las secuelas originales. De esta manera, el filme es una interesante reflexión de la naturaleza humana que se despliega en dos dimensiones: criatura y creador.

 

Así, utilizando de manera muy elegante diferentes arquetipos de la ciencia ficción —como el androide— y logrando una reinterpretación muy sofisticada del mito de Prometeo; el director consiguió una cinta cuyos misterios no entorpecen a la narrativa, sino que la elevan a niveles filosóficos muy interesantes.

 

Por ejemplo, en Prometheus se especula sobre el origen de los xenomorfos como un experimento biológico destinado a destruir otras formas de vida inteligente entre las que se encuentran, por supuesto, los humanos. Pero además, también nos enteramos de que los ingenieros genéticos que diseñaron a la criatura también nos crearon a nosotros a partir de su propio ADN.

 

Por consiguiente, en la visión de Scott, la humanidad queda permanentemente hermanada con las criaturas que están destinadas a destruirla, no solamente por compartir un código genético, sino a los “padres biológicos” representados por los Ingenieros, quienes hacen las veces de los dioses creadores y destructores de vida.

 

De nuevo, como en el filme original, la humanidad queda representada en medio de un juego de espejos en el cual su reflejo puede ser su representación bestial, destructiva y aberrante (las criaturas); y la figura de los dioses todopoderosos (los Ingenieros).

 

Por supuesto, que la figura del androide no deja de ser interesante en Prometheus, pues aquí David (interpretado por Michael Fassbender) es un individuo profundamente emocional que piensa sobre su naturaleza y al igual que los humanos, ha empezado a buscar respuestas sobre su origen y, mucho más importante aún, sobre su destino.

 

Las interacciones de David con la tripulación humana de la nave Prometeo constituyen los momentos más interesantes del filme, pues en ellos el androide señala la ironía de que los humanos busquen a su creador mientras ellos mismos ya han sido creadores de “vida”, refiriéndose a él mismo.  Incluso, hay un momento en el que un humano le señala a David que lo han creado a él y al resto de los androides “porque podían” y éste le responde se imagine la decepción que supondría para la humanidad recibir la misma respuesta de sus creadores.

 

Finalmente, no sobra recuperar el mito original de Prometeo encadenado para cerrar esta breve reflexión sobre Prometheus.

 

En la mitología griega Prometeo es un titán, creador y benefactor de la especie humana, que desafió a los dioses constantemente para favorecer a los hombres y a su mundo. Su constante rebeldía le ganó la antipatía de Zeus, quien decide castigarlo condenándolo a permanecer encadenado y a que un águila devore su hígado noche tras noche por toda la eternidad. Además, el enfadado Júpiter suelta sobre la prometeica humanidad todos los males —a  través Pandora— como una manera de vengarse por la osadía de su protector.

 

A partir de aquí, podemos darnos cuenta fácilmente de que la película es una lectura muy lúcida de este mito. En ella, los humanos fuimos creados por un titán que nunca aparece pero que podría ser alguno (o algunos) de los ingenieros. Además, los famosas criaturas xenomorfas también podrían ser una representación de los males contenidos en la caja de pandora que sirvieron para castigar a la humanidad.

 

De esta manera, Prometheus ha planteado numerosas preguntas que no fueron resueltas pero esto no demerita la calidad del filme sino todo lo contrario. Esperemos que Ridley Scott responda algunas de ellas en Alien: Covenant y en las futuras películas que tiene preparadas antes de cerrar el círculo con la película que lo inició todo: Alien.

 

Mención especial merece la dirección de Ridley Scott, quien dota a la película del preciosismo al que nos tiene acostumbrados y que construye, a través del sonido, de los decorados y de la fotografía, una atmosfera permanentemente amenazadora.

 

Asimismo, hay que resaltar la más que correcta actuación de Noomi Rapace, la protagonista del filme, y que continua la excelente tradición de mujeres heroínas dentro de esta saga de ciencia ficción y de terror espacial.

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