top of page
Reseña
Poor things
por Oriana Jiménez Castro

9 de marzo de 2024

PT3.jpg

 

El realizador griego Yorgos Lanthimos regresa con su octava película: Pobres criaturas (2023), basada en la novela homónima de Alasdair Gray —escrita por el guionista australiano Tony McNamara. La historia inicia gracias a los controvertidos experimentos médicos de un científico atormentado, Godwin Baxter (interpretado por Willem Dafoe). Su muñeca, creación, Bella (Emma Stone) regresa a la vida. Bella da sus primeros pasos en un suelo suave, vigilada por su padre-creador, Godwin, al que ella llama God (en inglés, Dios). El suelo del cuarto de Bella es suave, como un colchón sobre el que puede caerse mientras aprende a caminar. Como una bebé, ante los ojos de su padre, Bella se orina en el piso. Algo se asoma en su rostro mientras lo hace, quizá es placer.

 

Bella Baxter no conoce la libertad. Su padre le explica que "por su seguridad" vive encerrada en casa. Es la muñequita de God, quien la observa a través de ventanas cuidadosamente diseñadas para ver sin ser visto. El poder no es tal sin la vigilancia constante. Dios observa como un espectador paciente y mudo. Godwin ha sido castrado física y metafóricamente por su padre, por eso su placer radica en ver y manipular, pero no son suficientes puesto que ni sus ojos ni sus manos son suficientes para Bella por lo que contrata a un hombre joven, Max MacCandles (Ramy Youssef), para que tome notas sobre "la evolución" de Bella; pero con la intención de que posteriormente la tome como esposa.

 

Quizá porque Bella no tiene una madre, descubre rápidamente el placer que su clítoris puede darle. Nadie ha implantado la vergüenza en su cuerpo, esa que las mujeres de carne y hueso conocemos desde niñas. Cuando Bella se toca no hay contradicción entre su deseo y su necesidad, podríamos decir que hasta su orgasmo es fácil. Y con esta misma facilidad, Bella se compromete con el primer hombre joven que conoce, el ya mencionado Max. Pero antes de casarse, Bella quiere conocer el mundo, aquí es donde me parece que el guion de Tony McNamara agarra tintes de comedia romántica comercial y se vuelve muy predecible. ¿Qué mujer se va a un viaje de descubrimiento sabiendo que regresará a casarse con el primero que conoció? 

Durante ese viaje Bella descubre un par de cosas sobre el mundo que ante sus ojos no se muestra en todo su horror: Bella decide convertirse en prostituta no por la necesidad económica, sino por el deseo de conocer otros hombres, incluyendo a Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo). Y aquí es donde veo esbozado al Lanthimos que me fascina, este que se cuestiona qué es el placer y qué es el poder, mientras juega con todo tipo de visiones de sus personajes. El sexo, visto a través de su filmografía, se revela como un territorio en el que el placer tiene muchas direcciones hasta el punto de ser contradictorias.

 

Una muñeca es un cuerpo desnudo sobre el que caen los rótulos de quien la posee. No hay nada en Bella que cuestione frontalmente la lógica de una muñeca buena. Su deseo de libertad y de conocimiento la humanizan, pero sólo hasta cierto grado porque nada le duele. Nada la lastima ni puede matarla, porque ya está muerta. Es en la contemplación de la muerte —o más precisamente de la preexistente muerte de Bella—, donde encuentro el núcleo más intrigante y desolador de la película.

 

Bella, a pesar de su despertar a la vida, nos recuerda constantemente que ya está "muerta". Esta paradoja existencial nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra propia existencia y libertad. ¿Qué significa realmente vivir cuando uno carece de la vulnerabilidad ante el dolor o la muerte? La previsibilidad de su destino, su retorno inevitable a los brazos de su prometido, subraya esta reflexión, evocando la resignación a lo esperado, a lo seguro, que tan a menudo se nos impone. Esto da como lugar una narrativa bastante previsible. Quizá para algunas personas esto es bueno: confiar en lo que se espera de nosotras como espectadoras. Pero yo extraño al Lanthimos que me descolocaba gracias a sus cuestionamientos de la familia, el amor y el sexo.

 

En conclusión, Pobres Criaturas se erige como una pieza compleja y provocadora en el canon de Yorgos Lanthimos, una que desafía al espectador a mirar más allá de la superficie de sus temas explorados. A pesar de los momentos en que parece ceñirse a la predictibilidad, esta película permanece como una obra significativa que estimula la reflexión sobre el placer, el poder y la mortalidad de nuestra condición. Con vistas a los próximos Oscar, Pobres Criaturas se posiciona como una contendiente intrigante. La actuación de Emma Stone parecer tener potencial de reconocimiento, aunque queda por ver si la audacia temática de Lanthimos resonará con los votantes. Esta película no sólo confirma la habilidad del director para explorar los límites del cine contemporáneo, sino que también plantea interrogantes sobre la disposición de la industria para premiar obras que se atreven a cuestionar y desafiar nuestras percepciones más arraigadas.  

La autora es cineasta con formación en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Su historia con las películas empieza en la infancia con el videoclub de sus padres en Xalapa, en cuya región filmó su corto Tlaconete (2022).

bottom of page