Durante el estreno de su última película en el Festival de Cannes, el director Quentin Tarantino fue cuestionado por el poco peso que tenía el personaje de Sharon Tate, interpretado por Margot Robbie, en la trama. El cineasta se defendió diciendo que no entendía las criticas y aseguró que Tate era el alma de Once Upon a Time in Hollywood (2019). Pocos meses después la película se estrenó en nuestro país y los fieles seguidores de Tarantino no podían aguantar las ansias de ver su nuevo trabajo —pocos cineastas logran que el estreno de sus películas sean un verdadero evento como el oriundo de Knoxville—; sin embargo, las criticas tenían razón: la supuesta alma de la cinta, no es más que un personaje intrascendente dentro de la historia y no solo eso, sino que tal vez estemos ante el personaje femenino más estereotipado y sexualmente fetichizado de toda la temporada.
La nueva película de Tarantino tiene en el centro a un personaje de caricatura, sexualizado y que parece sólo estar ahí para el disfrute masculino, cosa que hace de la visión de Tarantino algo todavía más desagradable sabiendo el destino final del personaje en la vida real. Entonces, ¿qué queda de Once Upon a Time in Hollywood que sea rescatable? La verdad sea dicha: poco.
La cinta se centra en la historia de un actor venido a menos en el Hollywood de los sesenta: Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) y su fiel doble de acción Cliff Booth (Brad Pitt) quienes se cruzarán en el destino de la ya mencionada Sharon Tate que en aquel momento estaba casada con el director de cine Roman Polanski. Específicamente el cruce de caminos ocurrirá en la infame noche del 9 de agosto de 1969, cuando un grupo de maniáticos se dirigen a asesinar brutalmente a todas las personas que se encuentren en la residencia Polanski por órdenes del macabro Charles Manson.
Lo anterior no estaría del todo mal si no fuera porque se trata de una película de tres horas en la que Tarantino se dedica a anticipar ese momento contándonos un día en la vida de los protagonistas durante casi todo el metraje. Y, aunque es un tipo que puede convertir cualquier situación en una escena emocionante a través de sus diálogos y puesta en escena (por cotidiana que ésta parezca), aquí sencillamente no lo logra.
Es cierto que el filme tiene sus méritos técnicos como una asombrosa dirección artística y una fotografía bastante cuidada a cargo de Robert Richardson. Tampoco podemos negar que Tarantino es un director con una cultura visual amplísima y que sabe cómo rodar, pero en esta cinta su ejecución luce acartonada y poco inspirada. Falta la magia de sus filmes anteriores como Reservoir Dogs (1992), Pulp Fiction (1994), la saga de Kill Bill (2003- 2004) y su última gran película: Inglourious Basterds (2009).
En fin, para cuando llegamos al final de la película el giro de tuerca que propone Tarantino sólo acaba de arruinar al personaje de Tate, además de ser incómodamente violento; porque a diferencia de otras de sus películas aquí la sangre parece ser gratuita e innecesaria. No obsante, creo que sería injusto no mencionar el esfuerzo de la pareja protagonista: DiCaprio y Pitt son lo mejor de esta película. De hecho, el personaje de Pitt protagoniza el único momento de Once Upon a Time in Hollywood que transmite emociones genuinas: la visita de Cliff a un rancho en donde viven los hippies que Manson transformó en “La Familia”y que posteriormente se convertirán en asesinos despiadados. En esta secuencia, que dura varios minutos, está la tensión y el desasosiego que le hacen falta al resto de la película.
Tarantino no tomó tan bien las criticas que recibió su filme. Algunas crónicas señalaron que el director lucía decepcionado al final de la proyección en Cannes cuando los aplausos no fueron unánimes. Asimismo, se le vio a la defensiva cuando varios periodistas señalaron algunos aspectos como el del papel tan insípido de Margot Robbie y la representación negativa que hizo de Bruce Lee por la cual fue duramente criticado. Se nota que no esperaba esta reacción. Al parecer estaba preparado para la alabanza y no para la crítica.
Puede ser que Tarantino tenga que adecuarse a nuevos públicos que no van a reaccionar de la misma manera a la objetivación de la mujer en sus películas, particularmente en la época del #MeToo. Quizá tenga que replantearse que no todas las fantasías violentas hacen por si mismas una película. Por mi parte, sólo queda esperar que su décima, y presumiblemente última película, recupere la mejor versión de un director que hace más de dos décadas sorprendió al mundo ganando la Palma de Oro con su obra maestra Pulp Fiction.
El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.