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Reseñas
Nomadland
por Jorge Zendejas

25 de abril de 2021

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Fern (Frances McDormand) perdió su hogar cuando su esposo falleció y el complejo industrial y habitacional donde ambos trabajaban cerró como consecuencia de los remanentes de la recesión de 2008. No queda claro si por una decisión consciente o involuntaria, Fern toma su camioneta e inicia una vida itinerante que la lleva a tener empleos temporales por el medio oeste estadunidense.

 

En Nomadland (2020), la directora Chloé Zhao toma una perspectiva semidocumental para presentar la vida de los nómadas en Estados Unidos: personas que han perdido o abandonado voluntariamente sus casas para construir un nuevo hogar dentro de sus vehículos. De hecho algunas de los personajes que Fern conoce durante sus viajes son efectivamente nómadas y conservan su nombres reales. Acaso hubiese sido interesante que Zhao los hubiese liberado de las restricciones del guión que está centrado casi exclusivamente en la protagonista, y no sólo en escasos diálogos, para conocer un poco más de sus vidas en el camino: como la de Charlene Swankie, mujer que lidia con los problemas mecánicos y de salud que implica una vida a bordo de una camioneta, pero que también desempeña un papel de mentora para este tipo de vida.

 

Uno de los personajes más entrañables es Bob Wells, organizador del “Rubber Tramp Rendezvous”, un evento en el desierto de Arizona en el que se construye una comunidad temporal de personas que viven en sus vehículos; y en la que Bob actúa como líder espiritual que promueve la vida austera como respuesta no sólo al capitalismo rapaz que los ha excluido, sino también a las pérdidas que la vida les ha dejado en el camino. Fern llega a este encuentro por la invitación de una colega en un depósito de Amazon, Linda May, con la que se reúne de nuevo en la convención de nómadas y en un trabajo en un parque nacional. En uno de estos empleos también conoce a Dave (David Strathairn), interés amoroso que ofrece una oportunidad para que Fern se establezca de nuevo en un solo sitio. 

 

La película está basada en el libro Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century (2017), una crónica de la periodista Jessica Bruder que analiza cómo la pérdida de empleos y hogares (consecuencia de la crisis de 2008) llevó a muchos adultos mayores a la pobreza y a optar por una vida como nómadas; entre otras cosas, porque el salario mínimo estadunidense no alcanza para pagar un alquiler, los seguros de gastos médicos tienen una cobertura insuficiente, las pensiones y las ayudas sociales son miserables y algunas compañías tienen incentivos para perpetuar empleos temporales y mal pagados —como Amazon que recibe estímulos fiscales por contratar personas que viven con cupones de alimentos o que son beneficiarios del programa de Seguridad de Ingreso Suplementario. 

En el transcurso de la película da la sensación que poco a poco se oculta deliberadamente este problema y entonces viajamos de la mano del piano que guía la banda sonora de Ludovico Einaudi —que musicalizó The Father (Florian Zeller, 2020) y la popular cinta francesa Intouchables (Olivier Nakache y Éric Toledano, 2011)—; y a través de los hermosos paisajes fotografiados por Joshua James Richards, que retratan una apacible e idílica soledad en los hogares construidos dentro de las camionetas. Se transita entonces, desde la ficción, a una defensa de la vida nómada como una decisión voluntaria sin ataduras, cuando todo indica que en la realidad (como sugieren la limitada mirada documental de la película) es justo lo contrario.

El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.

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