top of page
Reseña
El callejón de las almas perdidas
por Pablo Andrade

19 de abril de 2022

5.jpg

La nueva película de Guillermo Del Toro está concebida para verse en blanco y negro y es una pena que por una decisión comercial se haya tenido que estrenar una versión a todo color parar no afectar su rendimiento en taquilla; sin embargo, unas cuantas copias en blanco y negro fueron estrenadas en Guadalajara y en la Cineteca Nacional. Si usted, amable lector, tiene la oportunidad de ver El callejón de las almas perdidas en su formato original, hágalo porque la nueva propuesta de Del Toro es cine negro a toda regla.

 

El callejón de las almas perdidas es un remake del clásico del mismo nombre de 1947 de Edmond Goulding el cual es considerado por muchos como una de las mejores representantes del cinema noir hecho en Hollywood de mediados del siglo pasado. La cinta original de Goulding ya presentaba elementos carnavalescos, oscuros y retorcidos que probablemente fascinaron a Guillermo Del Toro como cinéfilo y que después constituyeron sus ejes principales para construir su principal concepto como creador: el monstruo como metáfora de la condición humana.

 

Es precisamente esa historia que nos cuenta el director tapatío en su versión de El callejón de las almas perdidas: la transformación cruel y paulatina de un hombre en monstruo, y el resultado es quizá más perturbador que cualquier otro de las cintas de Del Toro, que están plagadas de criaturas espeluznantes. Y es que aunque uno pueda sentirse apabullado por la elegancia y la magnificencia de las imágenes que pueblan el filme, el efecto final de esta película es brutalmente desesperanzador. Este es el mayor acierto de una película que pretende ser cine negro, pues quizá como ningún género en la historia del cine este tipo de filmes intenta reflejar los matices más oscuros del alma humana. Y es por eso que esta película debe verse en blanco y negro, porque el cine negro, heredero del expresionismo alemán, busca que su propuesta estética sea un reflejo de la mente de los personajes.

 

Difícil saber si El callejón de las almas perdidas de Guillermo Del Toro será del agrado de todos sus seguidores. Aquí hay un registro diferente a todo lo había hecho previamente, pues oscurece la tonalidad emocional de la cinta de una manera inédita; sobre todo si se toma como referencia sus filmes más celebrados que habían tenido un viraje hacia la luz y la esperanza como en The Shape of Water (2017), donde se mandaba un mensaje de tolerancia y aceptación a la otredad. El monstruo de El callejón de las almas perdidas es tan patéticamente humano, tan parecido a nosotros, que resulta difícil verlo al final de la película. Lo más perturbador es que este remake parece estar plenamente justificado, pues la situación que atraviesa el mundo ha orillado a muchas personas a vivir en condiciones denigrantes y a muchos otros a envilecerse para sobrevivir. “Nos estamos convirtiendo en monstruos” parece estar diciéndonos un Guillermo Del Toro visiblemente más desesperanzado y pesimista que el que vimos hace cinco años en La forma del agua.

 

En conclusión estamos ante un ejercicio de cine negro de gran calidad y manufactura, Del Toro se confirma como uno de los cineastas más originales en la actualidad y como uno de los mejores directores mexicanos de todos los tiempos. Se que las opiniones estarán divididas, pero El callejón de las almas perdidas es quizá la mejor película de su director desde El laberinto del fauno (2006). Una experiencia angustiante y aterradora que debe vivirse en blanco y negro para comprender el viaje que propone: a lo más profundo y oscuro de nuestros corazones.  

El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.

nightmare_alley.jpg
bottom of page