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Reseñas
The Nile Hilton INcident
You Were Never Really Here
por Pablo Andrade

7 de junio de 2018

El Neo Noir en

En años recientes se ha popularizado un término que algunos han tenido a bien llamar cine Neo Noir, o nuevo cine negro, incluso aunque muchos no se hayan puesto siquiera de acuerdo en qué es el cine propiamente Noir. Cintas como Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y su secuela Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017); Collateral (Michael Mann, 2004), Zodiac (David Fincher, 2007), Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), entre otras, han servido como ejemplares para intentar clasificar a un cine heredero de un tipo de películas engendrado en Estados Unidos durante la década de los cuarenta y cincuenta. Sin embargo, como suele suceder con las corrientes artísticas novedosas y revolucionarias, éstas no suelen ser fácilmente clasificables.

 

Hasta la fecha, uno de los mejores ensayos sobre el tema es el de Paul Schrader, titulado "Notas sobre el film Noir"; un documento interesantísimo sobre los orígenes, características estéticas y temáticas principales de las cintas de cine negro, aunque eso no alcance para explicar la diferencia entre el Noir clásico y el Neo Noir. Tal vez, estemos cayendo en el error de pensar que el cine negro puede dividirse en etapas, con márgenes temporales bien establecidos, y estemos perdiendo de vista que probablemente el proceso creativo del cine Noir aun continúe hasta el presente, sin divisiones de tiempo que separen lo viejo de lo nuevo. Genuinamente creo que lo interesante no es si se llega alguna vez a una conclusión o definición concreta sobre este tipo de cine, sino la discusión alrededor de las películas que recurren a este, digámosle así, tono para narrar una historia.

 

En semanas recientes he podido ver dos cintas que la prensa internacional ha calificado como filmes del nuevo cine negro; a decir: The Nile Hilton Incident (Tarik Saleh, 2017) y You Were Never Really Here (Lynne Ramsay, 2017). Después de pensar algún tiempo sobre cuál era mi opinión al respecto de ambas cintas he podido llegar a estas discretas conclusiones: la primera es que me parecen filmes muy diferentes entre sí, pero me es posible reconocer una tendencia en ambas a rescatar algunos elementos del cine negro clásico; sin embargo, creo que The Nile Hilton Incident intenta ser más apegada a los estándares de lo que se considera genuinamente Noir, en tanto que You Were Never Really Here me pareció mucho más desapegada a dichos estándares. 

No quiero detenerme demasiado en las diferencias y coincidencias que guardan las dos películas, pero sí voy a decir que he preferido, y por mucho, la cinta de Ramsay sobre la de Saleh precisamente porque me parece que esta última pretende ocupar una especie de molde (el molde del filme Noir clásico de los cuarenta)  para contarnos la historia —muy interesante, eso sí— de la primavera árabe, la podredumbre de la dictadura de Mubarak en Egipto y la decadencia moral de una ciudad milenaria como El Cairo. El resultado es efectivo, pero por alguna razón la cinta no deja de parecerme un experimento, una especie de remake egipcio de alguna película estadunidense. No me mal entiendan, la película no es mala pero hay algo en su formalidad que no me deja involucrarme profundamente. 

Por otro lado, You Were Never Really Here recurre a la figura del antihéroe lacónico, triste, melancólico e incluso autodestructivo para contarnos la sórdida historia de Joe, un veterano de guerra que ahora se dedica a rescatar niñas de las garras de depredadores sexuales, muchos de ellos miembros de la clase política del estado de New York. La cinta tiene imágenes sumamente fuertes, con un tratamiento de la violencia parecido al que ya nos había mostrado Winding Refn en Drive. Pero lo que realmente me parece Noir en la cinta de Ramsay —protagonizada por un Joaquin Phoenix en estado de gracia— es precisamente la exploración de la personalidad del individuo, de la oscuridad del alma humana y de la necesidad de redención. Para mi, el cine negro es todo sobre la percepción que el héroe o heroína de la historia tengan de la realidad, que siempre es sórdida hostil, y ésta es así porque sus propias realidades internas no son mejores: todos son seres humanos rotos, con pasados turbios y una larga lista de traumas y pecados sin expiar, que buscan de alguna manera u otra aferrarse a un ultimo resquicio de luz en la impenetrable niebla del horror que los rodea. Este juego de luz y sombra es para mí la esencia del cine Noir como del Neo Noir —aunque me resisto a creer que son cosas distintas.

En fin, estas son solo opiniones mías y si alguien quiere contrastarlas con las suyas es libre de hacerlo yendo a ver estas dos nuevas propuestas de un tipo de cine en el cual los protagonistas son —según las palabras del gran crítico de cine Roger Ebert— “más débiles de lo que creen, y son capaces de cometer los males más terribles sin que lo sospechen”. 

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