Reseña
The Neon Demon
por Dulce María Oseguera
27 de abril de 2017
The Neon Demon (2016), filme escrito y dirigido por Nicolas Winding Refn, confronta al espectador abordando —como es de costumbre en su filmografía— una temática obscura y perturbadora centrada en algunos aspectos siniestros que pueden conformar la condición humana.
La trama de este filme no solo promueve una crítica a los parámetros de belleza y al mundo de la moda, sino que centraliza su clímax en una búsqueda perversa hacia la más íntima y ególatra satisfacción narcisista, reduciendo la complejidad humana a la constante valorización a partir de la aprobación del otro, en donde la corporalidad socialmente deseada exacerba el egoísmo y la ambición.
La elegancia en la fotografía de Natasha Braier, así como las tomas nocturnas con luz brillante o neón definen el trabajo de dirección de Refn, asegurando una atención casi hipnótica por parte del espectador. Es así como la frivolidad en las actuaciones de Elle Fanning, Jena Malone o Christina Hendricks promueven una violencia sutil pero activa a lo largo de todo el filme, a diferencia de la actuación agresiva de Keanu Reeves, quien se muestra como un peligro constante desde el inicio.
En este filme la violencia va tomada de la mano de la sensualidad, de la belleza y del erotismo. La belleza juega un papel de seducción en el espectador, posicionándolo en una encrucijada entre el placer visual y el peligro inminente. A pesar de que la trama se sustenta en nuestra contemporaneidad, Refn aborda aspectos siniestros que conforman al ser humano desde su etapa más primitiva, prohibidos en la mayoría de las culturas: el asesinato y la antropofagia, estos continúan valorándose como tabúes. Las presencias de estos factores en la trama manifiestan simbólicamente a la muerte como el acto más arcaico de transgresión y al canibalismo como la práctica con la cual se adoptan habilidades, conocimientos, o en este caso en particular, la belleza más pura y natural del otro.
La claridad de la narrativa aunada al sincretismo de cada escena con la música compuesta por Cliff Martinez vuelven al largometraje una experiencia visual-auditiva sumamente interesante y placentera.