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Reseñas
Minari
por Jorge Zendejas

25 de abril de 2021

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Basada en la infancia del director, Minari (2020) de Lee Isaac Young presenta un episodio en la vida de una familia de migrantes de Corea del Sur, que se mudan de California a Arkansas para construir una granja de productos coreanos. La familia Yi financia sus sueños sexando pollitos en la industria avícola local.

 

Se trata del Estados Unidos de los ochenta, el de Reagan, pero de alguna forma las memorias del director sugieren que el clima era un poco más amigable a lo extranjero; pronto, por ejemplo, la familia Yi se integra a la iglesia local. En ese sentido, pese a los las limitaciones económicas que la familia enfrenta, las diferencias culturales no parecen ser un impedimento e internalizan un modo de vivir estadunidense con nombres occidentales, combinando el coreano con el inglés e incluyendo al Mountain Dew como parte de su dieta.

 

Con el auxilio de un préstamo bancario, Jacob (Steven Yeun), el patriarca de la familia, inicia una pequeña cosecha con la ayuda de Paul (Will Patton), un veterano de la Guerra de Corea con un comportamiento ligeramente excéntrico que raya en el fanatismo religioso. Sin embargo, no se trata de una vida idílica. Su casa tiene ruedas (es un cámper que no se siente como hogar) y se encuentran en la mitad de la nada, en la interperie, donde acechan tormentas y tornados, alejados de la solidaridad de la comunidad coreana. Además, uno de sus dos hijos, el pequeño David (Alan Kim), sufre de una enfermedad cardiovascular. Su madre, Mónica (Han Ye-Ri), teme dejarlo sólo, sin cuidado, por lo que invita a la abuela Soon-ja —Youn Yuh-jung, en una actuación entrañable nominada a la mejor actriz de reparto— que viaja desde Corea trayendo consigo ingredientes como memorias de su antiguo hogar.

 

Si bien la relación de David con la abuela es un inicio conflictiva, en buena medida porque no la considera una abuela occidental como aquellas que preparan galletas y no dicen groserías, pronto se convierten en el soporte emocional de la familia. En un paseo por la cercanías de la granja ambos llegan a un riachuelo, en el cauce la abuela siembra apio de agua (Minari). Es esta secuencia la que sienta las raíces de la película, una que se toma su tiempo para desarrollar sus personajes, y que narra una historia personal y sin prisas. 

El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.

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