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Reseña

8 de enero de 2020

por Joaquín Balancan Aguirre
Los dos papas
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El 11 de febrero de 2013 la iglesia católica se cimbró con la noticia de la renuncia al trono petrino del papa Benedicto XVI, un hecho que solo había ocurrido en dos ocasiones en la historia de la institución: en 1415 con la abdicación de Gregorio XII y en 1294 con la dimisión de Celestino IV. Este hecho, y todo el proceso dentro de la Iglesia para designar al nuevo pontífice, es materia prima de la película Los dos papas del director brasileño Fernando Meirelles.

De esta manera, la película retoma los últimos días del pontificado de Juan Pablo II, el proceso de elección de Joseph Ratzinger como Papa bajo el nombre de Benedicto XVI y las complicaciones que enfrentó durante su pontificado en torno a su férrea línea dogmática, los escándalos de corrupción y de pederastia. Estos hechos —y otros que no han podido ser corroborados por la prensa— fueron desencadenando que durante 2012 el papa Benedicto XVI sopesara la decisión de renunciar al ministerio de Pedro; sin embargo, son solo especulaciones las causas que podríamos tener sobre esta decisión. Por ello la cinta de Meirelles funciona como una suerte de explicación razonable —aunque un tanto superficial— del dilema personal que enfrentó Benedicto XVI al plantear como único escenario la renovación del pontificado y el cambio en la forma en que la iglesia católica se relacionaba con los problemas del mundo.

Mientras esto transcurre en el Vaticano, en la Ciudad de Buenos Aires el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, con su particular modo de predicación, atrae a más feligreses a la iglesia, dejando atrás el oscuro laberinto de su relación con la Junta Militar que gobernó con brazo de hierro al país austral de 1976 a 1983. Con estos dos antecedentes, la cinta propone que el Cardenal Bergoglio se entrevistó en el invierno de 2012 con el Papa Benedicto a fin de presentarle su renuncia a la sede cardenalicia sin saber que el destino tenia otros planes para él y que culminarían con su acenso como Sumo Pontífice.

 

Sin lugar a dudas, estamos ante una cinta de ficción, pero que aprovecha momentos desconocidos para ofrecer tomas de lugares del Vaticano no abiertos al público, y particularmente de diálogos entre ambos personajes, los cuales, de acuerdo con el director, han sido retomados de alocuciones públicas y de actas y documentos pontificios de ambos papas. Por ello, considero que la riqueza de la cinta son estas discusiones teológicas y morales, ya que presentan la duda de un hombre (Ratzinger) que pareciera que siempre había tenido fe y se encuentra impotente ante una iglesia que la va perdiendo. Por otro lado, también se explora el dilema de Bergoglio al no poder poner en práctica para sí mismo una de las principales divisas de su pontificado, la misericordia y el perdón. 

Mención aparte merecen las actuaciones de Jonathan Pryce (Papa Francisco) y Anthony Hopkins (papa Benedicto XVI) quienes lograr hacer muy realista esta ficción al presentar a dos personajes complejos en una de las encrucijadas más importantes de sus vidas. En suma, Los dos papas es una invitación a seguir de cerca a la iglesia católica, como factor de poder en el mundo y a reflexionar sobre las nuevas iglesias que han aprovechado su desdibujamiento y comienzan a adentrarse a los palacios de gobierno poniendo en riesgo la tolerancia religiosa y el Estado laico.

El autor es politólogo por la UNAM. Colaborador y amigo de CINEMATÓGRAFO. También ha escrito en el blog de cultura de Nexos.

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