Recomendación
Los 400 golpes
Año: 1959
Dirección: François Truffaut
Guión: François Truffaut y Marcel Moussy
Fotografía: Henri Decaë
Elenco: Jean-Pierre Léaud, Albert Rémy y Claire Maurier
Música: Jean Constantin
22 de junio de 2017
Los 400 golpes es un título indispensable del cine universal, estandarte de la Nouvelle Vague y opera prima del gran cineasta francés Françoise Truffaut. Pero sobre todo, es una obra de arte que ha trascendido en el tiempo gracias a su belleza exquisita, su poderosa poética y por la sensibilidad con la cual su director retrató temas como la pérdida de la inocencia, el final de la infancia y la llegada tempestuosa de la adultez y su terrible incertidumbre.
La historia —basada en parte en la propia vida de Truffaut— es la Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), un niño parisino quien sueña con conocer el mar y que lleva una familiar difícil con una madre que nunca lo quiso en realidad y un padrastro insufrible. Por otro lado, es víctima constante de la rigidez de profesores incomprensivos y de un sistema que parece no tener cabida para los rebeldes como él. Sin embargo, Antoine posee una gran sensibilidad artística que vive en la clandestinidad, pues ni sus padres ni sus profesores toleran sus constantes escapadas al cine con su mejor amigo René y su gusto por la literatura de Honoré de Balzac.
Un día, al descubrir a su madre con un amante, Antoine decide que es tiempo de huir de casa, donde nunca pudo sentirse querido, para iniciar una vida callejera y de alguna manera alcanzar sus propios sueños.
Envuelto en una espiral de errores, guiado únicamente por su deseo de conocer el mar —símbolo de la libertad y el anhelo—, Antoine vive duras experiencias entre las que se encuentran pasar noches en la cárcel, sufrir hambre, sufrir nuevos rechazos por parte de su madre y vivir en un tiempo en orfanatorio. Son estas experiencias a las que hace referencia el título del filme, pues los golpes que la vida le propina a Antoine, lo obligan a abandonar su infancia prematuramente para adentrarse el aterrador mundo de la adultez forzada.
A pesar de la aparente lobreguez de la historia, Truffaut logró tejer un filme de gran belleza formal y con grandes dosis de emotividad, gracias al uso brillante del lenguaje cinematográfico que siempre está al servicio de un relato apasionante que incluye sutiles reflexiones sobre la vida de los niños de la calle, la crítica a los sistemas pedagógicos tradicionales y las importantes secuelas emocionales que deja la falta de amor por parte de los padres durante la infancia.
En ese sentido, vale la pena señalar que sin ser necesario tener una historia de vida similar a la de Antoine, los espectadores pueden encontrar en la película elementos con los cuales sentirse identificados ya que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido huérfanos, incomprendidos, rebeldes, no amados y con ganas de huir hacia un futuro que encierra la promesa de que allá, donde termina el mar, existe un lugar donde podremos ser felices.
No sobra señalar que Truffaut retomaría la historia de Antoine Doinel algunas veces más durante toda su carrera como cineasta, convirtiéndolo en una suerte de alter ego para él mismo y, en consecuencia, para muchos espectadores que seguimos la historia del personaje en el cortometraje Antoine y Colette (1962) y en los largometrajes Besos robados (1968), Domicilio conyugal (1970) y El amor en fuga (1979).
Probablemente la saga de Antoine Doinel sea uno de los trabajos cinematográficas más complejos jamás hechos sobre el la infancia, el amor, el paso del tiempo, la adultez y la vida en general. En este abanico de excelentes películas, Los 400 golpes sigue manteniéndose como la piedra angular y la mejor de la saga.
A modo de cierre, y sin afán de revelar nada al lector, hay que mencionar que la escena final de Los 400 golpes es probablemente uno de los mejores finales de la historia del cine. A través de un magistral plano secuencia, Truffaut nos narra el tan ansiado encuentro de Antoine con el mar y en él se deja ver el inicio de nuevas aventuras que llenan el corazón del niño con ansiedades, miedos y angustias, pero también lo insuflan de esperanza. Comienzan las tribulaciones de alguien que ha vivido el último día de su infancia.