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Reseña
La favorita
por Jaime Vigna

18 de febrero de 2019

La favorita 2

Cuando el director griego Yorgos Lanthimos anunció su intención de dirigir una cinta sobre las intrigas palaciegas en la corte de la reina Ana de Gran Bretaña (1665-1714), estaba claro que no nos encontraríamos con la tradicional película de época, centrada en exponer la grandeza de los monarcas absolutistas europeos. Lanthimos, por supuesto, no decepcionó. La Favorita es una aguda crítica a la frivolidad de la realeza y su total desvinculación (e incluso desconocimiento absoluto) de la realidad de sus reinos, así como una sátira de cómo el sexo y el favoritismo entretejen las complejas relaciones que se establecen en las cúpulas de los centros de poder.

Aunque la intención de La Favorita no es realizar un estudio histórico-documental del periodo, sí es importante mencionar que, al menos sus premisas básicas, están basadas en eventos reales. La reina Ana gobernó Inglaterra, Escocia e Irlanda de 1702 a 1707, y tras la unificación con Escocia, se convirtió en la primera monarca de Gran Bretaña hasta su muerte en 1714. A pesar de sus 17 embarazos, ninguno de sus hijos llegó a la edad adulta. Viuda y sin descendencia, la reina Ana quedó al frente de una potencia militar en pleno proceso de expansión y con una efervescente política interna, derivada de la aparición y consolidación del bipartidismo británico (en ese entonces representado por los partidos Whig y Tory). 

 

En esta complicada coyuntura, la mejor amiga de la reina, Sarah Churchill, duquesa de Marlborough y Whig de “hueso colorado”, adquirió un poder inusitado. Sarah utilizó su cercanía personal con la reina para impulsar agresivamente sus intereses y los de su partido. La monarca, quien favorecía el bipartidismo y sentía mayor simpatía hacia los Tories (quienes se identificaban en ese entonces como el “partido de la Iglesia”), terminó resintiendo las fuertes presiones de la poderosa duquesa y en 1711 las amigas rompieron sus lazos de forma definitiva. Simultáneamente, la reina Ana comenzó a acercarse a Abigail Masham, prima de la duquesa de Marlborough, lo que incrementó notablemente las intrigas y tensiones entre las tres mujeres.

 

La complicada relación entre la reina Ana, Sarah Churchill y Abigail Masham es el eje central de la historia de Lanthimos. La historia se desarrolla entre la llegada de Abigail a la corte (1708) y el rompimiento entre la reina Ana y la duquesa de Marlborough tres años después. El director griego, sin embargo, lleva el drama un paso adelante y propone la existencia de un triángulo amoroso entre la monarca y sus favoritas. Con este giro en la trama, La Favorita se convierte no sólo en una lucha de poder e intereses políticos, sino un escenario convulso de deseo y tensiones sexuales, en el que cada mujer está utilizando las herramientas que tiene a su alcance (poder, influencia, corona, sexualidad, carisma…) para lograr sus objetivos.

 

La tarea de interpretar a la enfermiza, hipocondriaca y explosiva reina Ana recae en la veterana actriz británica Olivia Colman. El trabajo que hace en la cinta es espectacular. La complejidad de su personaje es tal, que nos sabemos si sentir simpatía o repulsión por la reina, si en realidad estaba enferma o no, si era víctima o victimaria de su entorno, si amaba o no a sus favoritas, si odiaba o no el poder que le daba la corona. Lo único que la cinta sí deja muy claro es que la reina era una mujer que amaba a sus conejos, inepta como gobernante y abocada a satisfacer sus caprichos y necesidades. Es un personaje complicado y autodestructivo, adicta a las relaciones tóxicas y al chantaje emocional.

 

Sarah Churchill, la duquesa de Marlborough (Rachel Weisz), es una mujer pragmática que controla, a través del sexo y la manipulación, a la reina Ana. La duquesa utiliza su privilegiada posición en la corte para impulsar su proyecto político, lo que provoca duros enfrentamientos con el conde Robert Harley (Nicholas Hoult), uno de los líderes del partido opositor. El control que ejerce Sarah sobre la reina es absoluto: desde las finanzas del palacio y su arreglo personal, hasta el mantenimiento de las tropas británicas en guerra con Francia, todo tiene que ser aprobado por la poderosa favorita. Asimismo, la duquesa conoce los vaivenes emocionales y chantajes de la monarca y sabe controlarlos a la perfección, por lo que su presencia es fundamentalmente para mantener el orden y la estabilidad en la corte. 

La llegada de Abigail (Emma Stone) rompe con el equilibrio cuidadosamente construido por la duquesa de Marlborough para controlar a la monarca y la vida política del reino. Irónicamente, el ingreso de Abigail a la corte fue idea de Sarah, al ser ésta una pariente lejana y ante la necesidad de apoyo para cumplir con sus crecientes compromisos políticos. Abigail no tarda en descubrir la relación entre la reina Ana y la duquesa, lo que la lleva a diseñar un intrincado plan para suplantar a su prima como amante y favorita de la monarca. La reina poco a poco es seducida por la frescura y afabilidad de la recién llegada, la cual contrasta notablemente con el trato duro y frío que recibe por parte de la duquesa de Marlborough. 

Weisz y Stone están espléndidas como primas y rivales compitiendo por el favor de la reina. Las tres mujeres protagonistas llevan el peso de personajes complejos y multidimensionales, a los que no es fácil amar u odiar. Es importante destacar el trabajo de Sandy Powell y el equipo de vestuario, ya que los espectaculares atuendos dan a cada uno de los personajes una identidad visual específica, que refuerza el trabajo realizado por las actrices. El talento de Colman, Weisz y Stone es innegable y prueba de ello son las múltiples nominaciones y premios que han recibido durante los últimos meses.

El diseño de producción y la cinematografía son de primer nivel, así como la muy adecuada selección musical, que incluye obras de Bach, Vivaldi, Schubert, Schuman, entre otros grandes autores de la música clásica y barroca. A pesar de que la selección musical se utiliza para ubicar al espectador en el periodo, en una de las escenas más memorables y mejor logradas de la película, Sarah y el barón de Masham bailan, al ritmo de una pieza de música clásica, una coreografía con elementos notablemente modernos que incluye piruetas en el aire y voguing. La secuencia recuerda al espectador (como si fuese posible olvidarlo) que no se encuentra ante la tradicional cinta de pelucas y corsés.

Sin minimizar todos estos elementos, es importante resaltar que la cinta funciona por el extraordinario guión de Deborah Davis y Tony McNamara. El guión es subversivo y sarcástico, ácido hasta el borde de lo políticamente incorrecto (por ejemplo, cuando Abigail le pregunta al barón de Masham si va a seducirla o violarla) y funciona a la perfección. La sátira de una insensible élite completamente desvinculada de la realidad, que pasa el tiempo organizando carreras de patos y vomitando pasteles, mientras manda a sus súbditos a la guerra, es tan vigente hoy en día como lo fue hace trescientos años.

Otro elemento a destacar del guión es la notable fortaleza de los personajes femeninos. En La Favorita los hombres son vanidosos e incapaces, escondidos detrás de enormes pelucas, toneladas de maquillaje y uñas pintadas a la perfección, elementos característicos de la feminidad contemporánea. En contraposición, las mujeres son hábiles y efectivas, renuentes a permanecer en un rol pasivo frente a su entorno y sus circunstancias. Su apariencia importa poco y, si lo hace, es únicamente para transmitir una sensación de estatus y poder en su entorno. El tema amoroso o sentimental es irrelevante. El acto sexual es visto, tanto por Sarah como por Abigail, como un instrumento de poder y control; para la reina Ana es uno más de sus caprichos que, por derecho divino, el mundo debe complacer. 

Afortunadamente la cinta evita a todo momento ver a los personajes desde una perspectiva moral: cada una tenía sus propios objetivos e intereses que perseguir, válidos de acuerdo con sus circunstancias personales. Jugaron todas sus cartas en el “juego de tronos” y pagaron, cada una a su manera, las consecuencias de romper con los parámetros establecidos para su género y clase social. La Favorita es una de las mejores cintas del año y una profunda crítica a la simplificación del rol y carácter de la mujer, un tema que, hasta el día hoy, sigue presente y vigente en nuestras sociedades.

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