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Recomendación
Ikiru – Vivir

Año: 1952

Dirección: Akira Kurosawa

Guión: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni

Fotografía: Asakazu Nakai

Elenco: Takashi Shimura, Shinchi Shimori, Haruo Tanaka, Minoru Chiaki y Bokuzen Hidari.

​Música: Fumio Hayasaka 

 26 de julio de 2017

Kenji Watanabe (Takashi Shimura) es un parco funcionario público del ayuntamiento de Tokio quien pasa sus días sumido en una depresiva vida burocrática que se reduce a rechazar indiscriminadamente propuestas ciudadanas de mejoramiento urbano y a redirigirlas a otros departamentos quienes, por supuesto, también las rechazarán.

 

Las cosas cambian radicalmente para Kenji cuando descubre que padece un cáncer en el estómago que acabará con su vida en menos de seis meses. Ante este siniestro panorama Kenji debe luchar por dotar a su existencia de sentido y belleza antes de que la muerte llame a su puerta.

 

Esta es la premisa de Ikiru-Vivir (1952), una verdadera joya dentro de la vasta filmografía de Akira Kurosawa, que fácilmente puede considerarse como uno de los patrimonios artísticos más importantes de la humanidad. En la obra de Kurosawa destaca la permanente reflexión sobre la condición humana; sus luces y sus sombras, así como una constante disección de los límites del espíritu humano y sus posibilidades. No por nada otro grande como Steven Spielberg lo llamó el “Shakespeare del cine contemporáneo” al momento de su muerte en 1998.

 

De esta manera, Ikiru-Vivir brilla con luz propia dentro de ese inmenso estudio de las emociones humanas realizado por el realizador japonés y el paso de los años la ha consolidado como una sus más bellas e inspiradoras películas.

 

Ikiru-Vivir es una hermosa carta de amor a la vida y un recordatorio de que ésta es siempre más frágil y efímera de lo que queremos aceptar. A través de la historia del protagonista nos adentramos en un viaje de autodescubrimiento en la búsqueda de las cosas importantes que dotan de sentido nuestras vidas.

 

En este viaje, Kenji empieza por probar los placeres mundanos en un Tokio en plena transición durante la segunda postguerra, acompañado de un vagabundo que hace las veces de un “Mefistófeles” para el protagonista.

Asimismo, podemos ver otras facetas de la vida de Kenji, como su difícil relación con un hijo que lo desprecia por haber sido un padre ausente. También podemos verlo intentando entablar una última relación romántica pues, siempre ocupado en el trabajo, nunca se había dado la oportunidad de conocer a una mujer después de la muerte de su esposa muchos años atrás.

 

Sin embargo, el punto culminante de la cinta y la epifanía que liberará a Kenji del sufrimiento de morir sin haber logrado nada significativo, llega cuando éste recuerda un viejo proyecto rechazado por el ayuntamiento, que consta de la construcción de un pequeño parque infantil en uno de los barrios más populares de Tokio.

 

A partir de ese momento, un Kenji estoico libra una última batalla contra un sistema burocrático, desinteresado y apático más preocupado en construir figuras públicas que por beneficiar a la ciudadanía.

 

El mensaje que transmite Kurosawa, a través de una puesta en escena que destaca por su dinamismo melancólico, es que la vida es un instante que no siempre podemos considerar feliz pero el cual podemos llenar con experiencias de amor y belleza que se multiplican cuando los compartimos con los demás.

 

De esta manera, la construcción de un simple parque se erige como la metáfora perfecta para demostrarnos que las pequeñas acciones que hacemos de manera desinteresada para beneficiar a otros, son aquellas que trascenderán y que más felicidad nos traerán a nosotros mismos.

 

Es imposible abarcar aquí todos los matices que existen en Ikiru-Vivir, pero sí podemos afirmar que es una de las experiencias cinematográficas más poderosas dentro de la ya de por sí profunda, emotiva, impactante e inmortal obra de Akira Kurosawa.

 

No queda más que recordar la melancólica canción que Kenji Watanabe canta al final de la película y que deberían de servirnos a todos como un recordatorio: “La vida es corta. Ama ahora, joven doncella, antes de que el color de tu cabello pierda fuerza, antes de la llama de tu corazón se apague. No volverá nunca a repetirse el día de hoy.”

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