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Reseña
GLASS ONION
por Pablo Andrade

6 de marzo de 2023

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El whodunit como género cinematográfico implica una serie de convencionalidades que para algunos espectadores serán una ventaja a la hora de elegir una película de este tipo; la familiaridad de la trama —que remite al modelo perfeccionado por Agatha Christie en sus novelas—, personajes extravagantes, una ambientación burguesa y el consabido placer de intentar adivinar quién es el culpable antes de que la cinta lo revele; sin embargo, para otros el whodunit es una bandera roja, algo que hay evitar por los mismos motivos que otros lo adoran. Lo cierto es que al final el modelo de estas cintas está tan armado, tan listo para consumirse, que es probable que las sorpresas cinematográficas sean pocas a estas alturas.

 

En 2019 Rian Johnson, director de The Last Jedi (2017), nos trajo una de esas pequeñas sorpresas que representó un agradable regreso al whodunit: la entretenida Knives Out que presentó a Daniel Craig como el detective Benoit Blanc, quien tenía cómo misión encontrar al asesino de un viejo escritor millonario. Los sospechosos: la familia del muerto, todos despreciables y con motivaciones para asesinar al patriarca, y su sagaz e inteligente enfermera, interpretada por Ana de Armas, quien resulta ser la heroína de la cinta.

 

La actuación divertida de Craig, la inteligencia del guión y la buena dirección de Johnson aseguraron una secuela que llegó en 2022 con Glass Onion: A Knives Out Mystery, que trae de vuelta a Blanc y un nuevo misterio que resolver. Sin embargo, hay que decir la verdad: el resultado no ha sido tan divertido como con la original a pesar de que la calidad de los ingredientes sigue ahí: un Daniel Craig relajado y disfrutando mucho el papel, la inteligencia de Johnson y una buena historia con un puñado de grandes actores para una serie de personajes todavía más extraños para encontrar al asesino oculto entre ellos.

 

No obstante, es la estrechez del modelo whodunit lo que impide que Glass Onion triunfe, pues no hay mucho más que contar, no hay una reinvención del género ni toma riesgos creativos. Para subsanar estos problemas Johnson optó por crear una estructura de matrioshka que esconde historias más pequeñas dentro de la historia principal y en la que hay varias capas interpretativas de los hechos, al estilo Rashomon (1950) de Akira Kurosawa, en la que la verdad puede ser una u otra dependiendo del personaje que nos esté contando su versión. El espectador se dará cuenta que el título de la película, que alude a una cebolla, es una primera pista para que intente resolver él mismo el misterio. Y hay que ser justos: tampoco es una mala experiencia, pues Johnson es un director inteligente que trata a su audiencia con respeto.

 

Lamentablemente creo que la exigencia de Netflix de hacer algo más grande, con mayor presupuesto, ha acabado por dañar un filme que, a diferencia de su predecesora, se aleja de la elegancia y el humor de otros whodunits icónicos como Murder by Death (Robert Moore, 1976), Clue (Jonathan Lynn, 1985), Murder on The Orient Express (Sidney Lumet, 1974) o Gosford Park (Robert Altman, 2001).

 

Glass Onion se encuentra nominada al Oscar a Mejor Guión Adaptado y creo que es un justo reconocimiento para Rian Johnson, quien también funge como guionista único del filme, ya que en el pasado fue muy maltratado por el fandom de Star Wars, y a quienes debemos que ahora sea muy poco probable que veamos la trilogía que el cineasta había planeado para la saga intergaláctica para la era post Skywalker. Por cierto, una razón más para darle una oportunidad a Glass Onion es ver otra buena interpretación del exluchador Dave Bautista. Qué carrera ha tenido este hombre desde su aparición en Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017), donde ofreció una actuación secundaria que le ha valido mucho reconocimiento.

El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.

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