Fotograma
CUANDO UNA SECUENCIA ES TODA LA PELÍCULA EL CASO DE PROOF OF LIFE
por Pablo Andrade
21 de noviembre de 2019
Esta no es una reseña y creo que tampoco una recomendación. Es sólo la exploración de un recuerdo cinematográfico de una película que vi siendo niño llamada Proof of Life (Taylor Hackford, 2000). No recuerdo mucho del filme salvo que era una historia sobre el secuestro de un estadunidense en América del Sur y del posterior rescate. Tengo la sensación de que fue entretenida, nada extraordinaria, hasta cierto punto olvidable. Y lo sería del todo si no fuera por cierta secuencia que me pareció increíblemente buena hace 19 años y me lo sigue pareciendo hoy en día cuando de tarde en tarde la busco en YouTube, ¿cuántas secuencias se quedan gravadas en nuestra memoria sin estar vinculadas con el resto de la película?, ¿cuáles son los mecanismos de la memoria que nos hacen sentir apego por ellas?
La secuencia en cuestión se trata del final del filme y, curiosamente, parte de su encanto está en el momento de los créditos, cuando ya no hay más historia que contar. En ella los dos protagonistas del filme, Alice (Meg Ryan) y Terry (Russell Crowe), se despiden. Terry ha rescatado a Peter, esposo de Alice, de sus secuestradores y en el proceso él y Alice se han enamorado. Por supuesto, en el momento en que Peter es liberado el breve romance entre Terry y Alice, más platónico que real, debe terminar. Y ahí empieza la secuencia: Terry observa la camioneta en la que se aleja para siempre Alice y su esposo. Un primer plano de la cara de Crowe, quien se dedica durante un par de minutos a saborear por última vez un amor que no puede ser, y después lo vemos alejarse mientras la cámara sobrevuela las calles de una solitaria Quito. Eso es todo.