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Reseña
el juicio de los 7 de Chicago
por Pablo Andrade

22 de abril de 2021

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Aaron Sorkin se hizo famoso para el gran público en el año 2010 por escribir el guion de esa obra maestra que es La red social de David Fincher. Sus diálogos resaltaron por ser inteligentes y mordaces, sus personajes complejos y llenos de matices, la cantidad de información abrumadora, pero apasionante a partes iguales.

Es evidente la influencia que Fincher ejerce sobre Sorkin ahora que este ha decidido dar el salto a la silla de director en este su segundo esfuerzo como autor absoluto de una película. El resultado es la nominada al Oscar a mejor filme, que no a mejor director, El juicio de los 7 de Chicago. Sin embargo, aunque de ninguna manera estamos ante un filme mediocre, todavía podemos ver que Sorkin está en su camino de encontrar una voz propia como cineasta; por el momento sigue teniendo un estilo genérico que de ratos quiere emular a Fincher y otros al mismísimo Oliver Stone.

 

El talento de Sorkin como guionista es innegable. Ahí siguen los personajes interesantes, los buenos diálogos y las transiciones apasionantes; sin embargo, es en su pulso como director donde las cosas ya no resultan tan innovadoras: el ritmo se cae a momentos y hacia el final la conclusión se siente lenta y anticlimática, la indecisión a la hora de establecer el tono acaba por descolocar al espectador que no sabe si está ante un drama judicial o una comedia negra y, sobre todo, el desaprovechamiento del talento de muchos de sus actores.

La nominación de la cinta de Sorkin al premio principal de la Academia solo se explica por la aparente  necesidad que siente algún sector de la población estadunidense de redimirse por un presente en el que el racismo y las violaciones a derechos humanos siguen siendo prácticas vigentes. Una película que retrata la historia real de un grupo de activistas contra la Guerra de Vietnam que son enjuiciados por sus ideas políticas, es ideal para un momento en el que Hollywood parece querer repensarse a sí mismo y su papel como principal productor de imaginarios del mundo occidental. 

El juicio de los 7 de Chicago es un esfuerzo loable de un guionista transformándose en director. Sin duda, esta no es una obra maestra, pero puede ser una buena señal de que los aprendices de Stone y de Fincher están empezado a hacer cine. Esto lo digo por que se nota que las principales influencias para esta película fueron Zodiaco (David Fincher, 2007) y JFK (Oliver Stone, 1991); no obstante, le faltó fuelle para acercarse a este par de obras maestras.

Con todo, quiero hacer hincapié en el hecho de que no es una perdida de tiempo. Puede resultar un filme didáctico y genérico; con buena manufactura y bastante accesible para todos los públicos, especialmente para los jóvenes, que quieran echar un vistazo a la historia contemporánea de Estados Unidos y su complicada relación con los derechos humanos y civiles. 

Hay que destacar un reparto coral repleto de estrellas en el que la mayoría de los actores cumple a secas con su papel: Eddie Redmayne, Sacha Baron Cohen, Mark Rylance, Frank Langella, Joseph Gordon Levitt, Michael Keaton, John Carroll Lynch, Jeremy Strong, entre otros. Mis favoritos fueron Michael Keaton, Mark Rylence, Frank Langella y un actor que sabe pasar desapercibido, pero que sin duda se ha colado en la memoria colectiva de los cinéfilos con grandes interpretaciones: John Carroll Lynch, un verdadero maestro de su oficio y al que nunca voy a olvidar en su papel como el siniestro y ambivalente Arthur Leigh Allen en la ya mencionada “Zodiaco” de Fincher. Además, Carrol Lynch ha probado ser un director capaz e interesante con su ópera prima “Lucky” (2017) que presenta la última interpretación de otra leyenda de la actuación: Harry Dean Stanton.

El juicio de los 7 de Chicago está en Netflix.

El autor forma parte del equipo editorial de CINEMATÓGRAFO.

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