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Recomendación
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DRIVE

Año: 2011

Dirección: Nicolas Winding Refn

Guión: Hossein Amini basado en la novela Drive de James Sallis 

Fotografía: Newton Thomas Sigel

Elenco: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Albert Brooks, Ron Perlman, Bryan Cranston, Óscar Isaac, Christina Hendricks, Tina Huang, Joe Pingue,  James Biberi y Kaden Leos

​Música: Cliff Martinez

14 de septiembre de 2018

En el panorama cinematográfico actual uno de los directores que más me ha interesado es el danés Nicolas Windig Refn; un tipo extraño, introvertido, extravagante, esotérico y amigo íntimo de Alejandro Jodorowsky —esto último ya dice bastante. Su figura es alta y un poco bofa, su indumentaria elegante y estrafalaria y su pasión por el cine sui generis, de culto, lo han convertido en un personaje genuino y sus filmes en un artista con voz propia, un autor. Seguro no es santo de la devoción de todo mundo, pero eso no le quita que destaque en un universo de cineastas a modo, que cumplen encargos de las productoras y que hacen la misma película una y otra vez con diferente éxito en la taquilla.

Sus películas destacan, sobre todo, por una propuesta estética muy estilizada en donde la violencia parece tener un lugar central, ya que a través de ella sus personajes suelen evolucionar y encontrarse a sí mismos o, en otras palabras, encuentran su lugar en el mundo a través de la violencia. Me atrevo a decir que Windig Refn debe ser uno de los directores modernos que mejor filman actos violentos al grado de hacerlos ver paradójicamente bellos —otro que también lo logra desde mi juicio es, el hoy más odiado que amado, Mel Gibson. 

 

Otra característica interesante de sus películas es que sus personajes parecen vivir en universos con un fuerte carácter mitológico. Es cierto que eso no es exclusivo del cine de Windig Refn, ya que soy de los que cree que el cine, todo el cine, es un reproductor eterno de arquetipos mitológicos y literarios que se repiten constantemente en todas las historias; pero me parece que las películas del danés son mucho más conscientes de ello y juegan a niveles casi subliminales con las imágenes, los símbolos que aparecen en pantalla y los gestos para recordarle al espectador que está viendo historias inmortales, historias que nos competen a todos como humanos y que hablan de nuestros deseos más profundos y, claro está, de nuestros miedos.  

La primera película que vi de Nicolas Winding Refn fue Drive (2011), un filme que fue promocionado como una cinta tipo Rápido y Furioso y protagonizada por un Ryan Gosling que en ese momento era más bien asociado al héroe romántico que representó en la muy melosa pero efectiva Diario de una pasión (Nick Cassavetes, 2004). La película resultó mucho más que una cinta de autos y persecuciones. Es un auténtico thriller lleno de emociones fuertes, que se disfruta de principio a fin casi sin parpadear y un exponente por derecho propio del nuevo cine negro o neo noir. A propósito, no parece ser coincidencia que un cineasta con una estética tan particular como Windig Refn haya logrado el éxito en Hollywood —Drive fue su primera película en el mercado americano— con un género con raíces gringas como el film noir (desarrollado principalmente en los años cuarenta y cincuenta), que se diferenciaba profundamente por su tono oscuro y su estética heredada directamente del expresionismo alemán. El nuevo cine negro, subgénero que algunos empiezan a ubicar a partir de la década de los ochenta, también basa su narrativa en la forma más que en el fondo —aunque las historias del film noir tengan patrones y arquetipos muy identificables— y en ese sentido, Drive es un excelente ejemplo de la atmósfera sórdida de este tipo de cine, pero modernizada y adaptada a nuestros tiempos. 

 

No sobra decir que acaso Drive haya sido la primera película de la última década que de verdad tomo en serio la idea de utilizar la estética noir como un elemento para distorsionar la realidad en la que viven los personajes. Es decir, anteriormente tuvimos algunos ejemplos del género bastante interesantes como Zodiac (David Fincher, 2007) —una excelente película sobre asesinos en serie— y Collateral (Michael Mann, 2004) —primera película en ser grabada enteramente en formato digital para capturar mejor la atmósfera nocturna de Los Ángeles—; sin embargo, me parece que en esas películas la intención era plasmar la realidad tal cual es, sin alteraciones simbólicas de ningún tiempo. 

 

Desde mi punto de vista el film noir ponía tantos los acentos en la estética y la forma porque su interés era deformar la realidad, porque sus historias no suceden en la misma realidad en la que vivimos todos. La atmosfera lúgubre y desoladora era una manifestación subsecuente de las personalidades de los personajes, de sus vacíos y carencias espirituales y de la visión distópica que poseen de la realidad y de los sistemas sociales, culturales y políticos donde se desenvuelven. Lo anterior me parece lógico si tomamos en cuenta la influencia del expresionismo alemán en el cine negro, ya que dicha corriente artística ostentó una visión más subjetiva del arte, a través de la deformación de la realidad, para visibilizar la pena y el dolor que embargaban a los alemanes en el marco de la Primera Guerra Mundial. Así, en Drive las cosas ocurren envueltas en permanentes claroscuros, en espacios con atmósferas extrañamente iluminadas que presagian la llegada de la violencia más sórdida y aunque algunas escenas suceden durante el día no sería inexacto decir que Drive es una película prominentemente “nocturna”. Con todas las implicaciones que eso conlleva. 

 

Hay otra cosa que no puedo omitir. Drive parece ser la película que catapultó a Ryan Gosling al estatuto de actor de primer nivel. No es fácil, interpretar a un personaje tan hierático de la manera en la que él lo hizo sin caer en lugares comunes. En esta cinta interpreta a un hombre, de que no sabemos ni el nombre, con una serie de habilidades casi sobrehumanas al volante y que oculta una especie de doble personalidad violenta y salvaje. Un Dr. Jekyll & Mr. Hyde a toda regla. Es fácil ver el camino que llevó a los productores de Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017) a elegir a Gosling para protagonizar la secuela de la mítica película de Ridley Scott —también un título canónico del cine negro, por cierto. El resto del reparto no se queda atrás y encontramos a unos excelentes Albert Brook, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Oscar Isaac, Christina Hendricks y Ron Pearlman. 

Acabo de descubrir que no he hablado de la trama de Drive hasta ahora. En algunos sitios se puede leer que es la historia de un conductor especialista que durante el día es mecánico y doble de acción, pero por las noches ayuda a criminales de poca monta a cometer atracos y robos. Yo diría que detrás de esa sinopsis de película de Jason Statham, se esconde la historia de un hombre violento cuya monstruosidad lo ha llevado a huir toda la vida, pues ahí donde él pisa también lo hace la muerte. Drive es la historia de este monstruo enamorándose de una mujer casada cuyo marido es amenazado por la mafia. Puro cine negro.

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