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Reseña

2 de julio de 2020

por Maria Alejandra Dorado Vinay 
Athlete A
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Al ver Athlete A, el nuevo documental en Netflix que dirigieron Bonni Cohen y Jon Shenk (2020), me sentí identificada: nunca hice gimnasia (de niña lo mío era el ballet y en la adolescencia practiqué tae kwon do) y mi psicomotricidad gruesa está muy lejos de lo que se podría considerar atlético (de hecho, tengo el súper poder de caerme mientras estoy parada en superficies planas) pero entiendo, conozco, el abuso del que habla el documental. 

Athlete A es una historia de abuso sexual contra niñas y jóvenes, una historia de cómo el sistema de la gimnasia femenil de élite en Estados Unidos, la que vemos cada cuatro años en los Juegos Olímpicos, se ha distorsionado por fomentar que compitan mujeres cada vez más jóvenes, niñas, que no tienen las herramientas ni el poder para tomar decisiones que afectan su desarrollo (“you know in other sports the athletes are adults, they can reasonable make choices about what they want. I don’t think that is true un gymnastics”), una historia de cómo esas niñas y jóvenes están bajo la custodia de adultos que prefieren proteger a su organización, USA Gymnastics, antes que hacer lo correcto o, por lo menos, lo que la ley manda.

Así, “the line between though coaching and child abuse gets blurred”, incluso cuando se trata de abuso sexual como el que Larry Nassar —quien fue médico de USA Gymnastics por más de veinte años— cometió contra decenas de niñas y jóvenes. La línea narrativa del documental se centra en Nassar: el único “tipo amable” de la organización, que se ganaba la confianza de las gimnastas con bromas y golosinas, al tiempo que abusaba de ellas. Por supuesto, ellas no decían nada: ¿con qué herramientas, a los 13, 14, 15 o 16 años, identificas el abuso de alguien que te manipula para ganar tu confianza?, ¿cómo entender lo que sucede si el resto de las jóvenes tampoco se atreven a hablar? Sin embargo, no hay que desviarse: Nassar —a pesar de la cantidad de jóvenes de las que abusó— es minúsculo en comparación con el sistema que lo protegió y que aún cobija a muchos como él en otros deportes, prácticas artísticas y escuelas (“most of them should never have met Larry Nassar, had the people in charge just done the right thing”). Un acierto de Athlete A es que muestra los crímenes de Nassar y, simultáneamente, obliga a ver el panorama más amplio, la big picture: el sistema.

 

Espero que cuando veas Athlete A, porque vale la pena verla, te identifiques con el documental porque sabes qué es un Produnova y amas la gimnasia —o algún otro deporte o arte— y no porque seas sobreviviente de abuso sexual. También que te sensibilice sobre los sistemas y organizaciones que facilitan este tipo de abuso, que causa daños profundos y permanentes, que no deben suceder y, cuando lo hacen, deben castigarse. Como bien afirmó Racahel Denhollander, testigo central en el caso que llevaría a Nassar a prisión: “how much priority should be placed on communicating that the fullest weight of the law will be used to protect another innocent child from the soul the soul-shattering devastation that sexual assault brings?” 

La autora no se identifica como tauro, pero lo que más le importa en la vida es comer rico.

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