Reseña
A star is born
por Jaime Vigna
13 de noviembre de 2018
La reseña contiene spoilers.
Cuando en 2015 Warner Brothers anunció que Bradley Cooper no sólo protagonizaría, sino debutaría como director en el remake de la clásica cinta A Star Is Born - Ha nacido una estrella (William A. Wellman, 1937), surgieron las primeras dudas y el escepticismo acerca del éxito de dicho proyecto. La incertidumbre se incrementó cuando se dio a conocer, dos años después, que Lady Gaga, una gran cantante pero con prácticamente nula experiencia actoral, asumiría el rol que previamente interpretaron Janet Gaynor, Judy Garland y Barbra Streisand. A la inexperiencia al frente y detrás de cámara de su director y protagonista, vino a añadirse el fantasma de un largo proyecto que, a pesar de haber tenido involucrados a algunos de los mayores nombres de la industria, no había logrado consolidarse por más de una década. La apuesta de los involucrados en la cinta era altísima y las posibilidades de éxito moderadas, a pesar de que la fórmula de Ha nacido una estrella había probado en repetidas ocasiones su capacidad para cautivar a críticos y audiencias de distintas generaciones.
La trama de Ha nacido una estrella es en realidad simple. Un cantante (actor en las dos primeras versiones) en el ocaso de su carrera conoce y se enamora de una talentosa joven, a la que impulsa para convertirse en la estrella del momento. El vertiginoso ascenso de la joven promesa va a terminar siendo el catalizador que llevará al protagonista en un espiral descendente (personal y profesional) con consecuencias fatales para ambos. En esencia es una historia de amor, pero también es un relato de depresión, egos y ambición, y una mordaz crítica al inhumano mundo del espectáculo y a la tiranía de las masas, que devoran y consumen a sus ídolos y los escupen sin ninguna consideración cuando han absorbido lo que necesitan de ellos.
La versión de Cooper y Gaga es la cuarta ocasión en que esta agridulce historia de amor ha sido llevada a la pantalla grande. La primera versión es de 1937 y fue protagonizada por Janet Gaynor y Fredric March, dos de las grandes estrellas cinematográficas de su época —Gaynor recibió el primer Óscar que se otorgó como mejor actriz en 1929, año en que se llevó a cabo la primera entrega de los premios de la Academia, mientras que March recibió el primero de sus dos Óscares como mejor actor tres años después. La cinta fue un éxito entre críticos y audiencia, siendo nominada para siete premios de la Academia (incluyendo mejor película, director, actor, actriz y guión) y convirtiéndose en una de las diez películas más taquilleras en Estados Unidos en el año de 1937.
La segunda versión comenzó a filmarse en octubre de 1953. En esta ocasión, Ha nacido una estrella fue protagonizada por Judy Garland y James Mason y dirigida por el controvertido y brillante director George Cukor. El rodaje fue sumamente complicado para todos los involucrados, especialmente para Garland, quien ya era conocida por sus constantes cambios de ánimo y sus crecientes problemas de farmacodependencia. A los problemas personales de Garland se añadieron los constantes cambios de guión, las permanentes interrupciones en la grabación del todopoderoso productor Jack L. Warner, su exorbitante costo (en su momento fue una de las películas más caras de la historia) y los cortes a la versión final sin consultar al director. A pesar de todos estos factores, la cinta fue un éxito de crítica (logrando seis nominaciones al Óscar, incluyendo nominaciones para Garland y Mason) y fue la séptima cinta más taquillera de 1954.
Pasarían veinte años para que se consolidara un nuevo intento por grabar una nueva versión de la cinta, esta vez impulsada por Barbra Streisand y su entonces esposo, Jon Peters, quien fungió como productor de la misma. Esta nueva versión cuenta con un cambio fundamental en la trama, al trasladarla del mundo del cine a la música y, específicamente, a la era de los grandes conciertos de la época. Aunque inicialmente Peters y Streisand querían a Elvis Presley como protagonista, finalmente el rol protagónico cayó en manos del músico y actor Kris Kristofferson. Aunque la cinta y el soundtrack fueron un rotundo éxito entre el público —la película recaudó más de 80 millones de dólares y fue la tercera más taquillera del año, mientras que el soundtrack encabezó las listas de Billboard por seis semanas consecutivas—, las críticas fueron regulares; acusaron a Streisand de sacrificar la calidad y el espíritu de la cinta en aras de enaltecer su ego personal.
Tras la agridulce experiencia de la cinta de 1976 y el notable declive del interés del público por los musicales en las últimas décadas del siglo XX, no surgieron propuestas de realizar una nueva versión de “Ha nacido una estrella” hasta principios del siglo XXI, cuando cintas como Chicago (Rob Marshall, 2002) o Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001) vinieron a rehabilitar un género que parecía viejo y desgastado. El actor y cantante Will Smith fue el primero que impulsó el proyecto, el cual pasaría posteriormente a Clint Eastwood. Una oleada de nombres se barajearían como potenciales protagonistas de la cinta, incluyendo desde estrellas musicales de la talla de Beyoncé, Jennifer Lopez y Rihanna, hasta actores consolidados como Leonardo DiCaprio, Christian Bale y Tom Cruise.
No sería hasta que Bradley Cooper se unió al proyecto en 2015 que éste comenzó a consolidarse formalmente. En ese momento, Cooper venía de una notable racha de buenos roles, tres de los cuales le habían valido nominaciones consecutivas al Óscar —Silver Linings Playbook (2012), American Hustle (2013) de David O. Russell y American Sniper (2014) de Clint Eastwood. Simultáneamente, se anunció que el involucramiento de Cooper no se limitaría al terreno actoral, sino que debutaría detrás de las cámaras con la cinta. La adhesión de Gaga se consolidó un par de años después. Al igual que Cooper, la cantante estaba en una buena etapa de su carrera: acababa de lanzar su cuarto álbum (Joanne, 2016), el cual debutó en primer lugar en la lista del Billboard, y de encabezar el espectáculo de medio tiempo del Súper Bowl; no obstante, su experiencia actoral era poca y se limitaba a la serie de televisión American Horror Story (Ryan Murphy y Brad Falchuk, 2011).
Cooper y Gaga, por lo tanto, se encontraban en puntos cumbres de sus respectivas carreras cuando se involucraron en el proyecto. No solo eso, sino que lo hicieron adoptando múltiples roles (Cooper como productor, director, guionista, protagonista y compositor y Gaga como actriz y compositora), teniendo poca o nula experiencia en algunos de ellos. El resultado de este experimento es una película muy bien realizada, pero que se distingue fundamentalmente por la pasión y el corazón de los principales involucrados.
En la nueva versión de Ha nacido una estrella se mantiene el escenario planteado en la cinta de 1976: el mundo de la música. En esta ocasión, el protagonista Jackson Maine (Bradley Cooper) es un famoso cantante de música country con severos problemas de alcoholismo y drogadicción y un grave problema auditivo que le está quitando, progresivamente, la capacidad de escuchar. Lleva una relación tormentosa y compleja con su hermano mayor (Sam Elliott) quien es, además, su manager. Tras un concierto en California, Jackson sale a buscar alcohol y llega a un bar de travestis en donde, por casualidad, tiene la oportunidad de escuchar la interpretación de Ally (Lady Gaga), una cantautora local que trabaja como mesera por el día y que interpreta algunas noches en dicho recinto.
Jackson queda intrigado por la interpretación de Ally y la invita a salir al terminar su número. Pasan el resto de la noche platicando y compartiendo experiencias personales y musicales. Al día siguiente, Jackson invita a Ally a su concierto y la impulsa a que cante junto a él una de las canciones que compartieron la noche anterior. Esta escena es una de las mejores logradas de la cinta y el claro ejemplo de la extraordinaria intérprete que es Lady Gaga, quien se transforma al poner el primer pie en el escenario. Ally y Jackson comienzan una relación amorosa y laboral e incluso se casan poco tiempo después.
El impulso que Jackson da a la carrera de Ally genera que, eventualmente, un importante productor musical se interese por ella. La popularidad de Ally comienza a avanzar rápidamente, mientras que Jackson continúa su espiral descendiente de alcoholismo y drogadicción. A pesar del apoyo incondicional de Ally, los fantasmas de Jackson y sus inseguridades con respecto al éxito de su pareja y el declive de su propia carrera, comienzan a hacer estragos en la relación. Tras un vergonzoso incidente público en la entrega de los Grammy, Jackson finalmente se interna en un centro de rehabilitación.
Tras ser dado de alta del centro, Jackson regresa a su hogar. Ante la necesidad de apoyar a su esposo en su proceso de recuperación, Ally exige que se le incluya en su próximo tour y, ante la negativa de su productor, decide cancelarlo. Jackson se entera de esta decisión y se convence a sí mismo de que su carrera profesional está terminada y que se ha convertido en un lastre para su esposa y su desarrollo profesional. Poco después, decide quitarse la vida. La cinta concluye con una emotiva interpretación de Ally en un evento que conmemora la vida y carrera de su difunto esposo.
La cinta se sostiene fundamentalmente por tres elementos: la dirección de Cooper, las interpretaciones de sus protagonistas y el extraordinario soundtrack. La dirección de Cooper es tan precisa que permite explotar al máximo las capacidades interpretativas de Gaga (especialmente al momento de cantar) y cuidarla en los momentos de mayor vulnerabilidad a los que, naturalmente enfrenta, por su poca experiencia actoral. Gracias a este delicado balance, Gaga ofrece una interpretación extraordinaria, al nivel de las grandes intérpretes que la precedieron. La actuación de Cooper es mucho más sutil, pero sumamente efectiva. Aunque en gran parte de la película cede el centro de la atención a su coprotagonista, en realidad él es quien carga con el personaje más complejo y lo hace de una forma extraordinaria. El soundtrack es el tercer gran acierto de la cinta. Desde los primeros acordes de las canciones de Jackson Maine, hasta la extraordinaria interpretación de "Shallows", pasando por los momentos de intimidad de una pareja a quienes une y divide el amor por la música, el soundtrack es el complemento perfecto para la trágica historia de amor.
La audiencia y la crítica han respondido muy favorablemente a Ha nacido una estrella. Desde la ovación de ocho minutos que recibió la cinta en el pasado Festival de Venecia, las aclamaciones no han terminado. Cooper y Gaga son seguros contendientes al Óscar, no sólo en una, sino en múltiples categorías. La película ha recaudado más de 166 millones de dólares en Estados Unidos y está a punto de superar los 300 millones de dólares a nivel mundial (con un presupuesto de 36 millones de dólares) y el soundtrack lleva tres semanas consecutivas en la lista de los álbumes más vendidos en Billboard.
Ha nacido una estrella también es una aguda crítica al voraz y brutal star system, y a la rapaz cultura de la obsesión con las figuras de las celebridades. Casi al inicio de la película Ally cuestiona a Jackson sobre su capacidad para aguantar la deshumanización con la que lo tratan los demás, al verlo solamente como un producto creado por y para su consumo. Paradójicamente, Jackson es testigo de la deshumanización de Ally al ascender en su carrera profesional, desdibujando sus características como artista que lo cautivaron en un principio. El protagonista también reflexiona brevemente sobre la inmediatez de la fama y sus estragos, cuando le recomienda a Ally utilizar su voz mientras las audiencias la están escuchando, plenamente consciente de que la suya ya no está siendo escuchada. Uno no puede evitar pensar, al finalizar la cinta, que Jackson fue el sacrifico que Ally tuvo que realizar para llegar a la cima.
El éxito del nuevo remake de Ha nacido una estrella se resume en una palabra: corazón. La cinta es un proyecto lleno de corazón. La película genera sensaciones reales que acompañan al espectador mucho tiempo después de terminada la experiencia cinematográfica. Aunque es indudable que el guión tiene sus debilidades y que en algunos puntos la trama puede parecer hasta caricaturesca, al final del día, es la historia de una relación —una llena de fallas, autodestructiva y sin ningún tipo de futuro, pero llena de amor. Tal vez Ha nacido una estrella no sea la mejor película del año (e incluso ni siquiera la mejor de la serie), pero logra con creces su cometido: llevar a la actualidad un clásico y cautivarnos con una historia de amor y música que, aunque no tiene final feliz, nos recuerda la belleza agridulce de las relaciones de pareja; y mantiene viva la esperanza de que somos “estrellas” en espera de ser descubiertas.