Recomendación
25th hour
Año: 2002
Dirección: Spike Lee
Guión: David Benioff
Fotografía: Rodrigo Prieto
Elenco: Edward Norton, Barry Pepper, Philip Seymour Hoffman, Rosario Dawson, Anna Paquin y Brian Cox
Música: Terence Blanchard
4 de abril 2017
En 24 horas, Montgomery “Monty” Brogan (Edward Norton) irá a la cárcel. Está sentenciado por narcotráfico. Alguien lo delató y permanecerá ahí siete años. Se trata del comienzo del fin, pero lo toma sin prisa. Se levanta temprano, pasea a su perro por las orillas del río, se sienta en una banca y reflexiona sobre sus decisiones. Sus memorias no llevan muy atrás, pero justo lo suficiente para observar el momento de su arresto o cuando conoció a su novia, Naturelle Rivera (Rosario Dawson).
Spike Lee no atienda aquí la crítica sobre la ausencia de drogas en Do the The Right Thing (1989); por tanto, 25Th Hour (2002) no es sobre este mercado o su consumo, aunque sí describe las Leyes Rockefeller (1973) y su carácter draconiano que concede comparar la venta de narcóticos con un homicidio doloso —medidas que recientemente hemos calcado acá.
No es una película convencional ni de aspiraciones. El desenlace se aleja de lugares comunes que suelen estar sustentados en aprendizajes de vida o superación de obstáculos. La trama no se resuelve. Por el contrario, aquí se retrata en buena medida las últimas horas de libertad de una persona condenada a muerte en vida.
Se acompaña la despedida de Monty: cuando bebe con sus amigos de la infancia —Jacob Elinsky (el brillante Philip Seymour Hoffman), un profesor de bachillerato, y Frank Slaughtery (Barry Pepper), un corredor de bolsa en Wall Street—, mientras platica con su novia o cena con su padre James (Brian Cox) —un ex bombero, alcohólico y dueño de un bar irlandés en el condado del Bronx.
De esta forma, se conoce con calma a cada uno de estos personajes. El lujoso y vacío departamento de Frank frente al sitio donde se encontraba el World Trade Center —tan sólo un año después del 11 de septiembre—; la vida como profesor de Jacob y su atracción inocente por una de sus estudiantes, Mary D'Annunzio (Anna Paquin); así como los vitrales del bar de James y las fotos de homenaje al servicio de los bomberos de la ciudad.
En este lugar, Lee y Prieto nos muestran quizá la secuencia más memorable de la película. Es una secuencia de insultos a distintos estereotipos de habitantes y a personas relacionadas con la ciudad de Nueva York: limpiaparabrisas, taxistas paquistanís, comerciantes coreanos, rusos, joyeros judíos, corredores de bolsa, puertorriqueños y dominicanos que viven del Estado, la comunidad italiana, las mujeres adineradas del Uper East Side, los basquetbolistas negros de Uptown y sus quejas constantes sobre el racismo y las referencias a la esclavitud, los policías corruptos, los iglesia católica y los padres pederastas, Osama Bin Laden, los mejores amigos de Monty, su novia, su papá, y la ciudad en su conjunto. Monty termina su letanía. Se mira en el espejo y reconoce que el destinatario de las ofensas es él.
La despedida continúa en un bar y en un centro nocturno de la ciudad, mientras la cámara flota en una noche onírica y memorable. Y concluye, camino a prisión, con una narración sin saldos. Tan sólo resta el deseo de una vida de cuento, que estuvo cerca de no ocurrir.